Aunque la leyenda de San Teófilo debe
considerarse casi con certeza como pura novela, y se la discute seriamente en el
"Acta Sanctorum", como clásico ejemplo de historia de pacto con el
diablo, en la que se creía firmemente en la antiguedad, merece sin embargo aquí
una breve noticia.
Se describe a Teófilo como "oeconomus" digamos
"administrador" -de la iglesia de Adana en Cilicia, un hombre humilde,
serio, que al ser elegido obispo rehusa el honor, prefiriendo permanecer en su
condición de subordinado. Cuando rehusó aceptar el episcopado, nombraron para
la sede a un extranjero quien, por sutiles maquinaciones del demonio y sin
ninguna razón, destituyó a Teófilo de su cargo. La injusticia causó
resentimiento en Teófilo, quien cavilando sobre sus agravios, llegó finalmente
a un completo abandono de todas sus antiguas buenas costumbres. Buscando a toda
costa su rehabilitación, consultó a un hechicero judío, el cual lo puso en
comunicación personal con Satanás. El diablo le exigió que escribiera un
repudio formal de Cristo y su Santísima Madre, debidamente firmado y sellado.
Con el cumplimiento de esta condición, el obispo, influenciado por algún
encanto diabólico, hizo a un lado sus prejuicios y devolvió su cargo al
antiguo administrador. Pero cuando Teófilo hubo alcanzado su propósito, el
recuerdo de lo que había hecho no lo dejaba en paz. Con el tiempo, hizo
cuarenta días de penitencia en la iglesia de Nuestra Señora, implorando
humildemente su intercesión, y Ella, después de una severa reprimenda, obtuvo
de su Hijo que tuviera misericordia con el ofensor. Continuó prolongando aun más
sus ayunos, y cierta vez se le apareció en sueños la Santísima Virgen. Cuando
despertó, se encontró sobre su pecho el pacto que había firmado. Entonces,
impulsado por la gratitud y un deseo de proclamar por todo el mundo la compasión
de la Madre de Misericordia, hizo confesión pública de todo lo que había
sucedido, en la iglesia, ante el obispo, quien personalmente quemó el pacto, a
la vista del pueblo.
Se dice que esta leyenda se escribió en
griego por un tal Eutychian, que manifestaba haber nacido en la propia casa de
Teófilo. Véase el Acta Sanctorum, febrero, vol. l. Se tradu jo al latín
por Pablo el Diácono en el siglo IX, y desde entonces la historia se ha
repetido muchas veces con ligeras variaciones. Roswtha, la monja de Gandersheim
(c. 980), produjo una versión métrica en latín (Migne, PL., vol. CXXVII, y
XVII, c. 1101). Se encuentra en todas las grandes colecciones de Marienlegenden
(véase los Studien de Mussafia en la Sitzungsbe. richte de la
Academia de Viena, 1887, 1888, etc., y H.S.D. Ward, Catalogue 01 Romances in
rhe British Museum, vol. 11, pp. 595 ss.) y en casi todas las lenguas
europeas.
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