San Gilberto nació en Sempringham de Lincolnshire. Después de su ordenación sacerdotal, enseñó algún tiempo en una escuela gratuita; pero su
padre, que estaba encargado de repartir los beneficios eclesiásticos de
Sempringham
y Terrington, le eligió para uno de ellos en 1123. El santo distribuía
las rentas a los pobres y sólo reservaba una mínima parte para cubrir sus
necesidades.
Con su ejemplo, arrastró a la santidad a muchos de sus parroquianos.
Redactó
las reglas para siete jóvenes que vivían en estricta clausura en una
casa anexa desarrolló rápidamente y, San Gilberto se vio obligado a
emplear hermanas y hermanos legos en las tierras de la fundación. En 1147, fue
a Citeaux a pedir al abad que tomase la dirección de la comunidad; pero como
los cistercienses no pudieran hacerlo el Papa Eugenio III animó a San
Gilberto a dirigirla por sí mismo. San Gilberto completó la obra, añadiendo
un grupo
de canónigos regulares que ejercían las funciones de capellanes de las
religiosas. Tales fueron los orígenes de las Gilbertinas, la única orden
religiosa medieval que produjo Inglaterra. Sin embargo, excepto una casa en
Escocia, la fundación no se extendió nunca más allá de las
fronteras de Inglaterra, y se extinguió en la época de la disolución de los
monasterios, cuando contaba con veintiséis conventos. Las religiosas tenían
las reglas de San Benito, y los canónigos las de San Agustín. Los conventos eran
dobles, pero la orden era principalmente femenina, aunque el superior
general era un canónigo. La disciplina era muy severa, con cierta influencia
cisterciense. El deseo de sim plicidad en el ornato de las iglesias y en el culto en general llegó hasta imponer que el oficio se recitase en tono simple,
como muestra de humildad.
San Gilberto desempeñó
por algún tiempo el cargo de superior general, pero renunció a él, poco antes
de su muerte, pues la pérdida de la vista le impedía cumplir perfectamente sus
obligaciones. Era tan abstinente, que sus contemporáneos se maravillaban de que
pudiese mantenerse en vida, comiendo tan poco. En su mesa había siempre lo que
él llamaba "el plato del Señor Jesús", en el que apartaba para los
pobres lo mejor de la comida. Vestía una camisa de cerdas, dormía sentado, y
pasaba gran parte de la noche en oración. Durante el destierro de Santo Tomás
de Canterbury, fue acusado, junto con otros superiores de su orden, de haberle
prestado ayuda. La acusación era falsa; pero San Gilberto prefirió la prisión
y exponerse a la supresión de su orden, antes que defenderse, para evitar la
impresión de que condenaba una cosa buena y justa. Cuando era ya nonagenario,
tuvo que soportar las calumnias de algunos hermanos legos que se habían
rebelado.
San Gilberto murió
en 1189, a los 106 años de edad, y fue canonizado en 1202. Se dice que el rey Luis VIII llevó sus
reliquias a Toulouse, donde se hallan probablemente todavía, en la iglesia de
San Sernín. Las diócesis de Northampton y Nottíngham celebran la fiesta de
San Gilberto el día 3; los Canónigos de Letrán la celebran el 4 de
febrero, día en que le conmemora el Martirologio Romano.
Casi todo el
material de la biografía de San Gilberto se halla en el Monasticon de
Dugdale, vol. VI, pte. 2 ( 1830). Ver también BHL., nn. 3524-3568. En la obra
de Rose Graham, St Gilbert 01 Sempringham and the Gübertines (1901), se
encontrarán muchos documentos sobre el santo y su orden. Ver igualmente R.
Foreville, Le Livre de Sto Gilbert de Sempringham (1943). La vida de San
Gilberto escrita- por Capgrave fue publicada por J. J. Munro en E.E.T.S. Cf. D.
Knowles, The Monastic arder in England (1949), pp. 204- 207, y las
referencias que se hallan en dicha obra.
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