5 de febrero
LOS MÁRTIRES DE JAPÓN *

   San Francisco Javier sembró el cristianismo en Japón, adonde llegó en 1549. El mismo convirtió y bautizó a considerable número de paganos. Posteriormente provincias enteras recibieron la fe. Se dice que en 1587 había en Japón más de doscientos mil cristianos. En 1588, el altivo emperador Cambacundono, habiéndose arrogado los honores de una deidad, ordenó que todos los misioneros deberian abandonar sus dominios en un término de seis meses. Algunos obedecieron, pero muchos permanecieron disfrazados. En 1596, el emperador Tagcosama (1), uno de los hombres más orgullosos y llenos de vicios, se enfureció por la jactancia del capitán de un barco español que dijo que el propósito de los misioneros era facilitar la conquista de Japón a los portugueses o españoles, y tres jesuitas y seis franciscanos fueron crucificados en una colina cerca de Nagasaki, en 1597.
   Los franciscanos eran
SAN PEDRO BAUTISTA, comisario de los frailes en Japón, SAN MARTÍN DE AGUIRRE, SAN FRANCISCO BLANCO, SAN FRANCISCO DE SAN MIGUEL (un hermano lego), todos españoles; SAN FELIPE DE JESÚS, nacido en la Ciudad de Méjico, que aún no se ordenaba, y SAN GONZALO GARCÍA. La nacionalidad del último nombrado, también hermano lego, ha sido tema de discusión. Nació en Bassein, cerca de Bombay, se cree que de padres portugueses; pero otros declaran que sus padres eran hindúes conversos que tomaron nombres portugueses. Si esto es así, entonces él es el único nativo de la India que ha sido oficialmente canonizado, hasta ahora.
   De los jesuitas, uno era
SAN PABLO MIKI, un japonés de noble alcurnia y eminente predicador; los otros dos, SAN JUAN GOTO y SANTIAGO KISAI, habían sido admitidos a la orden como hermanos coadjutores, poco antes de su martirio. Los diecisiete mártires restantes eran también japoneses; varios de ellos eran catequistas e intérpretes, y todos eran terciarios franciscanos. Incluían a un soldado, SAN CAYO FRANCISCO; a un médico, SAN FRANCISCO DE MIAKO; a un natural de Corea, SAN LEON KARASUMA, y a tres muchachos de unos trece años que ayudaban la misa a los frailes, SANTOS LUIS IBARKI, ANTO NIO DEYNAN y TOMÁS KASAKI, cuyo padre también fue martirizado.
   Después de haberles cortado parte de la oreja izquierda, con las mejillas manchadas de sangre, veinticuatro de los mártires fueron llevados a través de varias poblaciones para aterrorizar a los demás. Al llegar al sitio de la ejecución cerca de Nagasaki, se les permitió confesarse con los dos jesuitas. Después los sujetaron a las cruces con cuerdas y cadenas en los brazos y piernas; con una argolla de hierro alrededor de sus gargantas, fueron levantados en alto, y se dejó caer el pie de cada cruz dentro de un agujero excavado en el suelo. Las cruces se pusieron en una fila, a un metro poco más o menos de distancia entre sí. Junto a cada mártir había un verdugo presto a atravesarle el costado con una lanza, de acuerdo con el método de crucifixión japonés.
   Tan pronto como todas las cruces estuvieron plantadas, los verdugos eleva ron sus lanzas a una señal dada, y mataron a los mártires casi en el mismo instante. Sus paisanos cristianos conservaron como un tesoro, su sangre y sus vestidos a los cuales se les atribuyen muchos milagros. Estos veintiséis testigos de Cristo fueron canonizados en 1862.
   El heroísmo de los niños nos llena siempre de admiración, pero en este caso hay un elemento más digno de ella. Conviene recordar, que era costumbre practicada en el Japón que cuando el que hacía cabeza en la familia era acusa do, el castigo recaía sobre todos los miembros de ella. Un historiador moderno de Japón, el capitán Brinkley, dice que el "castigo de este género se contaba como una de las armas más efectivas del administrador". Añade que una crueldad extraordinaria era parte de las tradiciones de la nación: "Cuando se le ordenó a Hidetsugu, el hijo adoptivo de Taiko, que se suicidara, a consecuencia de haber caído bajo sospecha de traición, su esposa, concubina y todos sus hijos fueron ejecutados sin piedad por orden de Taiko. El jefe Tokugawa, Iyeyasu, mostró igual impiedad. Después de que había llevado al cabo la conquista del partido de Osaka, dio muerte a los parientes y partidarios sobrevivientes del líder".
   Para otros mártires del Japón, véase lo incluido en el 1º de junio y el 10 de septiembre.

   Véase Acta Sanctorum, febrero, vol. 1, pp. 729-770 traducción al inglés de Léon, Auréole Séraphique, vol. 1, pp. 169-223; The Cross in Japan (1904) de C.M. Caddell; The Christian Daimyos (1903) de M. Steichen; una relación de San Gonzalo García por el Padre P. A. Fernández, se reimprimió en Bombay en 1947. Para misiones japonesas en general, véase bibliografía para el segundo grupo de mártires, en lo. de junio, y un artículo por el P. Thurston en The Month de marzo 1905.

 

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  • * FUENTE: VIDAS DE LOS SANTOS, DE BUTLER
  • (1) En el libro de Steichen (véase la bibliografía) se pueden rectificar los títulos japoneses que hemos dejado en la narración anterior como estaban originalmente en la página de Alban Butler. Esto proporciona una interesante demostración de los errores en que el cronista más concienzudo puede caer, cuando está tratando asuntos que debido a su antigüedad se entienden a medias. El potentado "Cambacundono", tal como  lo hemos consignado arriba y aquél a quien se hace referencia como "Tagcosama", en rea lidad son una misma persona. La declaración de que era "Emperador" de Japón es pura mente un concepto erróneo. En las historias modernas, escritas por hombres que han tenido la oportunidad de estudiar las crónicas japonesas, este personaje, que en la práctica go bernaba el país de 1583 a 1598, lleva el nombre de Hideyoshi. Todo lo que llevó al cabo durante sus años de poder se presume que lo hizo por orden del emperador. Tenía entonces el oficio que corresponde al de "maestro de palacio" de los últimos soberanos merovingios. En 1585 Hideyoshi recibió del emperador el título de Kwampaku, y en 1592, abdicó esta dignidad y asumió la de Taiko. De ahí que en las cartas de los misioneros en el primer período lo nombren "Cambacundono", y posteriormente "Tago-sama". Su verdadero poder correspondía al del Shogun, los portugueses escribían la palabra Xoguno, aunque no parece que Hideyoshi haya sido así designado en su vida.