8 de febrero
SAN JUAN DE MATA, *
Confesor
El mayor entre vosotros ha de ser
vuestro servidor.
(Mat. 23,11).
MEDITACIÓN I. La verdadera humildad está basada sobre el conocimiento de sí mismo. ¿Qué eras antes de que Dios te creara? ¿Dónde estabas? ¿Qué hacías? Eras nada; Dios, por su bondad, hizo que fueses. Sin embargo, te glorías de ello; te crees necesario para la gloria de Dios y para la salvación de las almas, te crees indispensable para la familia o para la sociedad de que formas parte. Sin ti muy bien se las arreglaron Dios y los hombres antes de tu nacimiento; igualmente sucederá después de tu muerte. II. ¿Y qué eres al presente? Tu cuerpo no es sino corrupción, tu alma, ignorancia y malicia. Tu vida es una llama que el menor soplo apaga. Cuida cuanto quieras tu salud, es preciso que, por fin, tu vida acabe, y que tus grandes proyectos se disipen en humo. ¡Oh hombre! si conocieses tu nada, conocerías la grandeza de tu Dios y serías humilde en su presencia. Para conocer a Dios, aprende a conocerte a ti mismo. (San Cipríano). III. ¿Qué serás durante toda la eternidad? ¿Quién lo sabe? Ignoras si serás víctima del infierno o heredero del paraíso. Puedes tener vanidad cuan do te dices a ti mismo: Yo no sé adónde iré después de mi muerte; mi cuerpo descenderá a la tumba, pero, mi alma, ¿a dónde irá? Humíllate delante de los hombres. Ése que ahora te parece despreciable y malo, acaso un día esté más elevado que tú en el cielo. ¡Señor Jesús, haced que os conozca y que me conozca a mí mismo! (San Agustín).
El amor a las humillaciones ORACIÓN Oh Dios, que milagrosamente habéis instituido, por medio de San Juan de Mata, la orden de la Santísima Trinidad, para el rescate de los cautivos del poder de los sarracenos, haced, benignamente, que ayudados por sus méritos y por vuestra gracia, seamos librados de la cautividad del cuerpo y del alma. Por J. C. N. S. Amén. |
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