San Martiniano se retiró al desierto a la edad de 18 años. Llegóse allí el demonio a tentarlo. Estaba a punto de sucumbir y abandonar su celda, cuando fue detenido por este pensamiento:
¡Desdichado, Dios te ve! Rechazó la tentación y volvió a emprender, con mayor ardor, sus ejercicios de piedad. Redobló el demonio sus esfuerzos
para arrancarlo de la soledad y arrojarlo al mundo, donde esperaba hacerlo abandonar el servicio de Dios: pero San Martiniano
triunfó de sus ataques por medio del ayuno, la mortificación y la oración.
MEDITACIÓN
SOBRE
LAS TENTACIONES
I. Estarás expuesto a las tentaciones durante todo el curso de tu vida; las encontrarás en todas partes, tengas la edad que tengas y cualquiera sea tu condición; deberás siempre luchar contra los
de seos de la carne. Humíllate, pues, viéndote sujeto a tantas flaquezas; teme, y vela sobre ti incesantemente; evita las ocasiones peligrosas, si puedes, o por lo menos prevélas y apercíbete, para no ser sorprendido
cuando te veas en ellas.
III. ¿Quieres resistir valientemente a todas las tentaciones? Anda en la presencia de
Dios. Este pensamiento: Dios me ve, impidió a San Martiniano sucumbir; producirá en ti el mismo efecto.
¡Dios me ve! Dios, que me castigará si lo ofendo, que me re compensará si salgo victorioso de esta prueba.
Jesucristo, que ha derramado toda su sangre para salvarme, tiene puestos los ojos sobre mí, ¿y
vacilaré yo en privarme de un placer, por Él? Si meditas cualquiera de estos pensamientos, no hay tentación que no
puedas superar.
III. Imita al Apóstol San Pablo: castiga tu cuerpo, redúcelo a servidumbre, y las tentaciones de la
carne se disiparán. Dite a ti mismo, a ejemplo de San Martiniano: Quieres cometer un pecado que te
condenará, considera si podrás soportar el fuego del infierno, los azotes y el hambre. Es preciso que el
pensamiento del infierno trueque en amargura todos los placeres criminales del mundo. Todo la que
sonríe en el siglo presente, debe hacerse amargo mediante la consideración del fuego eterno. (San Gregorio). .La perseverancia
Orad por los que
son tentados.
ORACIÓN
Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un
nuevo motivo de júbilo en la fiesta del bienaventurado Martiniano, vuestro confesor, haced, benignamente, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que
vivió en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.
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