Santa Juliana, considerando el orden admirable c del universo, reconoció que era la obra de un Dios
único y soberanamente poderoso, y abrazó la religión cristiana. Evilacio, prefecto de
Nicomedia, pidió su mano, pero Juliana le respondió que no quería por esposo a un adorador de los falsos dioses.
Evilacio, pasando entonces del amor
al odio, la hizo azotar, cargar de cadenas y encerrar en una prisión. Mientras estaba en
oración en su calabozo, el espíritu de las tinieblas se le apareció transformado en ángel de luz para persuadirla a renegar de su fe. Juliana deshizo el artificio haciendo la señal de la cruz, y para
burlarse del demonio, lo cargó con sus propias cadenas.
La condenaron a ser quemada viva, pero como las llamas no obraban con suficiente actividad, le
cortaron la cabeza.
MEDITACIÓN
EL MUNDO
ES UN GRAN LIBRO
I. El mundo es un gran libro en el cual San Antonio
aprendió a amar a Dios y Santa Juliana a conocerlo. En este libro hay creaturas que nos
representan la bondad de Dios. El sol y la luna nos alumbran, la tierra nos da frutos y flores para nuestro alimento y nuestro recreo. Consideremos estas
creaturas, y demos gracias a Dios que nos las dio como otras tantas prendas de su amor.
¡Ah! si la tierra nos ofrece a la vista tantas cosas admirables, ¿qué
delicias no nos reservará el cielo? Si el destierro
es tan hermoso, ¿cuánto no la será la patria? (SanAgustín),
II. Al lado de esas creaturas tan admirables, hay otras, en el mundo, que nos molestan y nos
incomodan. Si en ocasiones ponen a prueba tu paciencia, agradece a Dios que te recuerda, por este
medio, que estás en un lugar de destierro y no en tu patria.
Sufre con paciencia, diciéndote a ti mismo: Si tanto hay que sufrir en este mundo,
¡cuáles no serán los tormentos de los condenados en el infierno!
III. Considera que en la tierra todo es pasajero, que en el cielo todo es eterno. Los hombres mueren, cambian las estaciones, sucédense los imperios, el mundo pasa, y tú también como él: tu vida y tus placeres huyen, lo que ves no es sino belleza fugitiva
o, mejor dicho, un ligero rayo de la belleza permanente y eterna de Dios. (Tertuliano).
La consideración de las obras de Dios
Orad por la conversión de los infieles.
ORACIÓN
Que la bienaventurada Juliana, virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, Señor, ella que siempre os fue agradable por el mérito de su castidad y por su valor en confesar vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
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