Este santo prelado fue un ilustre Padre de la
Iglesia siria de fines del siglo IV. Era obispo de Maiferkat, que se
encuentra entre el Tigris y el Lago Van, cerca de la frontera de Persia. El
santo reunió las "actas" de los mártires que sufrieron ahí durante
la persecución de Sapor, y trasladó a su diócesis tal cantidad de reliquias,
que la ciudad episcopal acabó por llamarse Martirópolis. Todavía conserva ese
nombre y es una sede titular. San Marutas escribió varios himnos en honor
de los mártires. Suelen cantarse en los oficios en los que se emplea la lengua
siria. El año 339, Yezdigerdo ascendió al trono de Persia. San Marutas fue
entonces a Constantinopla a suplicar al emperador Arcadio que defendiese a los
cristianos ante el nuevo monarca. La corte estaba entonces muy ocupada con el
asunto de San Juan Crisóstomo. San Marutas estaba tan gordo que cuando pisó
accidentalmente a Cirino de Calcedonia, en una reunión de obispos, le arrancó
la piel del pie. La herida se gangrenó, y murió a consecuencias de ello. En
una carta que San Juan Crisóstomo escribió a Santa Olimpia, desde el
destierro, le cuenta que había escrito dos veces a San Marutas y le ruega que
vaya a visitarlo en su nombre: "Necesito de su ayuda en los asuntos persas.
Tratad de averiguar si ha tenido éxito en su misión Si tiene miedo de
escribirme personalmente, decidle que os cuente a vos lo sucedido. No retardéis
un solo día vuestra visita."
Cuando fue a la corte de Persia como embajador de Teodosio el
joven, San Marutas hizo cuanto pudo por conseguir que el rey se mostrase benévolo
con los cristianos. El historiador Sócrates dice que, gracias a sus
conocimientos de medicina, el santo curó a Yezdigerdo de unas violentas
jaquecas; desde entonces, el rey ]e llamó "el amigo de Dios." Los
mazdeístas, temerosos de que el rey se convirtiese al cristianismo, recurrieron
a un truco. En efecto, escondieron a un hombre debajo del piso del templo.
Cuando el monarca fue ahí a orar, el hombre gritó: "Arrojad de este lugar
santo a quien ha cometido el sacrilegio de prestar fe a un sacerdote
cristiano." Yezdigerdo decidió expulsar a Marutas de su reino. Pero el
santo le persuadió de que fuese otra vez al templo y mandase levantar el piso
para descubrir al impostor. Así lo hizo Yezdigerdo, y el resultado de ello fue
que descubierto el impostor, dio a Marutas permiso de construir iglesias en
donde quisiera. Como quiera que fuese, Yezdigerdo favoreció ciertamente a San
Marutas y, gracias a esa ayuda, éste se dedicó a restablecer el orden entre
los cristianos persas.
La obra de organización de San Marutas duró hasta la invasión árabe
del siglo VII. Pero la esperanza de los cristianos (y el temor de los mazdeístas)
de que Yezdigerdo II se convirtiese en "el Constantino de Persia" no
llegó a realizarse. La obra de pacificación llevada a cabo por San Marutas fue
destruida por la violencia de Abdas, obispo de Susa, quien provocó una nueva
persecución al final del reinado de Yezdigerdo. Probablemente para entonces,
San Marutas ya había muerto puesto que falleció antes que Yezdigerdo, quien
murió el año 520. El Martirologio Romano dice que San Marutas fue "famoso
por sus milagros y se ganó el respeto aun de sus adversarios." Se le
considera como el principal de los doctores sirios, después de San Efrén, a
causa de los escritos que se le atribuyen.
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