Santa Leocadia, hija de una de las casas más ilustres de Toledo, fue condenada por el gobernador
Daciano, en el reinado de Diocleciano, a ser azotada porque era cristiana. Después de ello se la arrojó en una prisión para todo el resto de sus días. Entró en ella diciendo que ese lugar le sería más agradable que los palacios más bellos del mundo. Habiendo sabido que la persecución duraba siempre, pidió a Dios morir. Su oración fue escuchada: murió besando la cruz que había trazado en los muros de su prisión, hacia el año 304.
MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR DE JESUCRISTO
I. Para prepararte a la Natividad de Jesús, debes pensar de vez en cuando en el amor que tuvo Él para nosotros. Su amor, según dicho de San Bernardo, ha sido tierno, fuerte y sabio. Nos ha amado
tiernamente, se han conmovido sus entrañas a la vista de nuestras miserias; ¿le pagas tú con la misma
moneda? ¡Ah! ¡soy insensible para con Vos, Salvador mío; os veo transido de frío en el pesebre, y mi corazón no se conmueve!
II. El amor de Jesús ha sido fuerte. Para hacerme bien,
soportó los suplicios más crueles, sufrió la muerte misma. Y yo, mi Divino Jesús, yo os amo cuando nada hay que sufrir, pero ante la menor
dificultad ¡me niego! y sin embargo, ¿qué cosa hay más fácil que amaros? No todo el mundo puede ayunar, velar o hacer limosna; pero todo el mundo puede amar a Dios. Para esto no hay necesidad de ser sabio, de tener salud ni ingenio: basta tener corazón. ¿Qué cosa más dulce que amar a un objeto infinitamente amable?
III. Jesús nos ha amado sabiamente, mostrándonos el camino del paraíso. Nos ha amado para la eternidad; así, no se apena por procurarte las
comodidades de esta vida. ¿Amas tú de este modo? Es odiarse amar los placeres; es amar santa y sabiamente al cuerpo y al alma, rehusarles los placeres
criminales que deben hacerlos desgraciados para siempre. Amas a tus riquezas, a tus padres, a tus amigos; amas todo lo que posees
¡Y no sabes amarte a ti mismo! Sé tú más querido para ti mismo que tus bienes. (San
Euquerio). El amor de Jesús Orad por vuestros amigos.
ORACIÓN Señor, que la bienaventurada Leocadia virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, ella que siempre os fue agradable por el mérito de su castidad Y por su valor en confesar vuestro Nombre. Por
J C. N. S. Amén. |