Fue santa Eulalia natural de Mérida y criada
desde niña en toda virtud. A ella y a otra doncella por nombre Julia enseñaba
el sacerdote Donsto, y se encendió tanto Eulalia en el amor del martirio y
de la virginidad, que no gustaba de. galas ni atavíos, y mostraba gran mesura
en el rostro y en todo su proceder y hablar. Era de solos doce años cuando llegó a
Lérida Calfurnio, a quien subdelegó Daciano, para tener noticia de
los fieles de Cristo y perseguir los; para lo cual mandó publicar un solemne
sacrificio a sus dioses. Los padres de la santa virgen, conociendo sus deseos
del martirio y temiendo perderla, teníanla retirada en una heredad suya
llamada Porcejana, a diez leguas de Mérida; mas conociendo la santa doncella
que se le ofrecía tan oportuna ocasión, de su voluntad huyó secretamente de noche y se vino a la ciudad para ofrecerse al martirio con gran fervor y ansia de morir por Jesucristo. Llegó pues la pura y delicada doncella a
los estrados del juez Calfurnio, y con gran comedimiento y no menor libertad
le afeó las crueldades que usaba con los cristianos. Pretendió el juez engañarla
con blandas y amorosas palabras, púsole delante su nobleza, su ternura y poca
edad, y quiso probar si con halagos y pro mesas, como a niña, la podía
apartar del amor de Jesucristo. Mas observando que perdía el tiempo, trocó
luego la blandura en severidad y los halagos en terrores. Azotáronla crudamente
y quebrantáronla los huesos con plomadas; echáronla aceite hirviendo por
todo el cuerpo; arañáronla con garfios de hierro; levantáronla y
descoyuntarónla en la garrucha; y ella, como quien tenía a Dios en su alma,
decía a su Es poso: «Ahora, Redentor mío Jesucristo, te imprimes mejor en
mí, y estas llagas, como letras que se escriben en mis carnes con mi sangre, me
representan mejor tu pasión.» Pusiéronla entre dos hogueras y así le
dieron la muerte y la corona del martirio. Y tanto deseaba la sagrada virgen
morir por Jesucristo, que abrió su boca para que las llamas entrasen por
ella, y tragando el fuego vieron muchos su alma purísima subir al cielo en
figura de paloma. Entre otros la vio el verdugo que la había atormentado, y con esta vista quedó atónito, fuera de sí y movido a penitencia.
Des nudo quedó el santo cuerpo, mas cayó gran abundancia de nieve para
cubrirle, hasta que los cristianos le dieron sepultura. Edificáronle un
suntuoso templo en Mérida, e hizo Dios nuestro Señor muchos milagros por su
intercesión; fue después trasladado a la ciudad de Oviedo, donde está
ahora encerrado en una rica urna de plata.
REFLEXIÓN
Dicen que la santa virgen Julia fue también al
tribunal del tirano en compañía de santa Eulalia, y que habiéndose
adelantado un poco en el camino, le dijo Eulalia con espíritu de profecía:
«Por más que te apresures, yo moriré primero.» y en efecto se cumplieron
estas palabras, aunque aquel mismo día en que fue martirizada santa Eulalia, fue también degollada Julia, su compañera en la
santidad y deseó morir
por Jesucristo. Pues ¿quién no ve aquí sobrepujada y reputada por nada
en estas dos tiernas doncellas, la muerte armada de todos sus espantos y
terrores? ¿Y de dónde sacaron esas débiles niñas una fortaleza y
serenidad de ánimo tan grande, que no se vio jamás en ninguno de los héroes
profanos de la historia? Del amor de Cristo, que es más fuerte que la muerte. ORACIÓN
Todopoderoso y eterno Dios que escoges lo flaco del
mundo para con fundir lo fuerte: danos que gocemos de una conveniente devoción
en la fiesta de tu santa virgen y mártir Eulalia, para que en su pasión
ensalcemos tu poder y recibamos el socorro a nosotros prometido. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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