San
Carlos Borromeo, hijo de un senador de Milán y sobrino de Pío IV, cardenal y
arzobispo de Milán a los 22 años de edad, consagróse a Dios desde su
juventud. Distribuyó a los pobres el precio de un principado que había vendido
y se expuso a la peste sirviendo a los atacados por ella; alimentó a tres mil
pobres durante una época de hambre, vendiendo para ello su platería y sus
muebles más preciosos. Todos los años se retiraba durante ocho días a un
lugar solitario para hacer sus ejercicios espirituales. Murió vestido de
cilicio en 1584, a la edad de 46 años.
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE SAN CARLOS BORROMEO
I. La caridad de San Carlos Borromeo se extendía a
todas las necesidades temporales y espirituales de su diócesis. Fundó
hospitales, colegios y seminarios; catequizaba y confesaba a los pobres. Y
vosotros, hombres sin corazón, ¡no pensáis sino en vuestra propia ventaja!
Hasta olvidáis a vuestras almas, para ocuparos únicamente de vuestros
intereses temporales. ¿Por qué eres tan mezquino con los pobres? Sabe
que las riquezas, que idolatras, no te harán dichoso sino cuando las desprecies
y las des a los pobres por amor de Jesucristo. Las riquezas dejan pobres a los que las aman, hacen ricos y dichosos a los que las desprecian por Jesucristo. (Guerrico).
II. El amor a la oración de tal modo unía a este prelado con Dios, que a veces
se lo vio permanecer ocho horas seguidas en ella. Un día, un hombre perverso le
lanzó un tiro de arcabuz mientras oraba; interrumpió su oración sólo para
prohibir a sus servidores que persiguieran al criminal. ¡Cuán diferente a la
vuestra es nuestra oración, oh gran santo! La menor cosa nos distrae.
Obtenednos el espíritu de oración. Saber orar bien es saber vivir bien. (San
Agustín). III. Tanto
aborrecimiento tenía para consigo, como caridad para con el prójimo. Sus
ayunos, sus disciplinas, sus peregrinaciones a pie, el cilicio que llevaba,
hasta en su lecho de muerte, son otras tantas pruebas de su austeridad. ¿C6mo
tratas a tu cuerpo? ¿Acaso tú no desprecias las mortificaciones que se
imponía este prelado recargado de trabajos? ¡Ah! ¡teme no sea que ellas te
acusen en el día del juicio final! La
caridad
Orad por el Colegio de Cardenales.
ORACIÓN
Señor, guardad vuestra Iglesia con la protección
continua de San Carlos, vuestro confesor y pontífice, y que la intercesión de
este santo, a quien su solicitud pastoral condujo a la gloria eterna, para
siempre nos haga fervorosos en vuestro amor. Por J. C. N. S. Amén.
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