Creced en la gracia y en el conocimiento
de Nuestro Señor Jesucristo.
(2 Pedro, 3, 18).
San Andrés, clérigo napolitano y doctor en derecho, agregó a los votos ordinarios, al entrar en
los teatinos, el voto de combatir siempre su voluntad y el de tender a la más alta perfección. Al saber que había sido asesinado uno de sus sobrinos, solicitó insistentemente se perdonase al matador. Toda su vida estuvo consagrada a la oración, a la predicación
y a la dirección de almas. Llegado a la edad de 87 años, un día al comenzar a celebrar la misa, cayó afectado mortalmente de apoplejía después de haber repetido por tres veces: Me acercaré al altar del Señor. Fue en 1608.
MEDITACIÓN
SOBRE EL PROGRESO
EN EL CAMINO DE LA VIRTUD
I. El cristiano jamás debe detenerse en el
camino de la virtud; debe, hasta el fin de su vida, aspirar a una santidad más alta. Por santo que seas, todavía te falta mucho camino para andar antes de alcanzar la cumbre de la perfección. Hojea la vida de los
santos, verás cuán alejado estás tú de su santidad. ¡Cuántas pasiones en ti aún no mortificadas!
¡Cuántos deseos desordenados! ¿Amas tú la humillación y el dolor tan apasionadamente como aman los mundanos
la gloria y los placeres? ¡Cuántas imperfecciones tienes tú de las que aún debes deshacerte! Trabaja, tienes con esto bastante
Ocupación para toda tu vida.
II. Ten cuidado de no extraviarte en el camino que eliges para llegar a la perfección. En vano
caminas a grandes pasos si te alejas del sendero recto. Si no haces la voluntad de Dios, nada mereces, hagas
lo que hagas. Debes consultar a tu confesor sobre lo que tienes que hacer para agradar a Dios; de otro modo caminarás a grandes pasos
fuera de la ruta verdadera.
III. ¿No te relajas? ¿Nada has disminuido de tus mortificaciones y de tus ejercicios espirituales? Si tu conciencia te reprocha alguna negligencia, ten cuidado, estás en peligro. ¿Por qué no sirves a Dios con tanta fidelidad como antes? ¿Acaso Dios es
menos amable que cuando lo amabas con todo tu corazón? ¿Qué ha hecho el demonio para merecer que partas con él
ese corazón que habías dado sin reserva al Señor? Vamos, pues, despierta tu antiguo fervor; exclama con el Rey Profeta: Ahora comienzo. Este comienzo es obra de la diestra del Omnipotente. Sí, es obra vuestra, Dios mío; consumad la, dadme la
fuerza de perseverar.
El respeto al sacerdote
Orad por los que tienen cura de almas.
ORACIÓN
Oh Dios, que, por el voto heroico de adelantar todos los días en la virtud, habéis dispuesto el
corazón del bienaventurado Andrés, vuestro confesor, a admirables elevaciones hacia Vos, concedednos, en
consideración a sus méritos e intercesión, que participemos de la misma gracia, a tin de que, tendiendo siempre a la más
perfecta, alcancemos felizmente la cumbre de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén.
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