San Nilo, el fundador de la abadía griega de Grottaferrata de
Toscana, murió el año 1004. Después de él, se sucedieron rápidamente en el
cargo, Pablo, Cirilo y Bartolomé. Los tres habían sido discípulos de San Nilo.
Se considera a San Bartolomé como segundo fundador del monasterio, porque San
Nilo y sus primeros dos sucesores sólo alcanzaron a limpiar el terreno y a
empezar a construir, en tanto que Bartolomé terminó el monasterio y lo dejó
firmemente organizado. Los sarracenos habían invadido Sicilia y el sur de
Italia y habían arrojado de ahí a los monjes. San Bartolomé hizo de su
monasterio un centro de cultura y de copia de manuscritos. Él mismo era muy hábil
en el arte de la caligrafía, y compuso cierto número de himnos litúrgicos.
Un canon del oficio lítúrgico de San Bartolomé,
dice así: "Cuando viste al Romano Pontífice destronado, suipiste,
padre, persuadirle a que renunciase a la tiara y acabase felizmente sus días en
un monasterio." Estas palabras cons tituyen una alusíón a la tradición
de Grottaferrata, tal vez verdadera, acerca de los últimos años de Benedicto
IX, cuyo abuelo, el conde Gregorio de Tusculum, había regalado las tierras en
que se construyó el monasterio. Benedicto IX, en su turbulento y escandaloso
pontificado de doce años, renunció a la tiara a cambio de cierta suma de
dinero y trató después de apoderarse nuevamente de ella; pero en 1048, fue
expulsado de Roma y se dirigió a Grottaferrata lleno de remordimientos. San
Bartolomé se mostró muy categórico: puesto que con su conducta se había
hecho indigno del pontificado y aun del sacerdocio, debía re nunciar
definitivamente a la tiara y pasar el resto de su vida haciendo penitencia. (Hay
que notar que Benedicto no tenía entonces más que treinta y seis años). Bajo
la influencia del abad, los remordimientos de Benedicto se transformaron, poco a
poco, en arrepentimiento sincero, de suerte que se quedó en Grottaferrata y
murió ahí. Este relato del papel que desempeñó San Bartolomé en la vida de
Benedicto IX, se encuentra en la biografía del santo, escrita probablemente
por su tercer sucesor, el abad Lucas I. En la abadía hay otros documentos que
apoyan el relato, pero, al parecer, Benedicto retenía el título de Papa en
1055, año de su muerte. El gobierno vigoroso de San Bartolomé elevó su
monasterio a una altura que le permitió desempeñar un papel de importancia en
la historia de los Estados Pontificios en la Edad Media; pero ello fue la causa
de la deca dencia religiosa del monasterio, que continuó hasta su restauración
en el siglo XIX.
En Migne, PG., vol. CXXVII cc. 476-516, hay dos textos griegos sobre San
Bartolomé. En la la biblioteca de Grottaferrata se conservan todavía algunos
de los manuscritos copiados porr el santo; en la iglesia abacial hay un antiguo
mosaico en el que están representados San Nilo y San Bartolomé. Mons. Mann, Lives
of the Popes, vol. v, p. 292, estudia el puntode la renuncia
de Benedicto IX. Véase también S. G. Mercati, en Enciclopedia Italiana, t.
VI, p. 254; L. Bréhier, en DHG., vol. VI, cc. 1006-1007; y F. Halkin, en Analecta
Bollandiana, vol. LXI (1943), pp. 202-210; dicho autor hace notar que uno de
los dos textos griegos arriba citados, el Encomium, se refiere a
otro San Bartolomé.
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