Santa Cecilia, de la ilustre familia de los Cecilios
Metelos, gustaba de los cánticos sagrados y
acompañábase con un instrumento cantándolos. Se preparó para el matrimonio con tres días de mortificaciones; después declaró a Valeriano su esposo, patricio
pagano, que tenía a un ángel como guardián de su virginidad. Por el deseo de verlo se convirtió Valeriano, y en efecto, lo vio, llevando dos coronas, una para el mismo Valeriano y otra para su virginal esposa.
Cecilia, urgida por el prefecto Almaquio, para que dijera
dónde estaban sus tesoros: "Están -le dijo- en seguridad en manos de los pobres". Sufrió el martirio con su esposo y Tiburcio su cuñado.
MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN USO DE LAS GRACIAS DE DIOS
I. Dios da a cada uno las gracias necesarias para alcanzar el grado de
santidad a que Él lo destina. Si aprovechamos estas gracias, obtendremos otras mayores. San Valeriano escuchó los consejos de Santa Cecilia; como recompensa, Dios lo llamó al bautismo y, después, al martirio. ¿Cuántas gracias
rechazas tú? Nos quejamos de que nos falta la gracia, pero podría decirse con
más
razón que somos nosotros quienes faltamos a la gracia. (San Ber nardo).
II. Existen gracias correspondientes a la
vocación que Dios quiere que abracemos. Para recibirlas, hay que seguir el llamado del Señor; con la ayuda del cielo, las más grandes dificultades se desvanecen. Esto hace que tantas santas almas estén alegres y contentas en medio de las austeridades de la
penitencia, mientras los mundanos, que han entrado a un estado de vida por capricho
o interés, gimen y son desdichados en el seno de las riquezas y de los placeres.
III. Si no correspondes a las gracias que Dios te concede, dará a otro las gracias eficaces que te
estaban destinadas. Así, San Matías ocupó el lugar del traidor Judas y obtuvo su corona.
¡Qué pena para este pérfido ver, desde el fondo del infierno, el lugar que hubiera ocupado en el cielo entre los
Apóstoles, si hubiera correspondido a su vocación! ¡Ah! cuán admirable es Dios cuando nos atrae hacia Él: mas,
¡cuán terrible cuando nos abandona! (San Agustín). El buen uso de las gracias
Orad por las Vírgenes. ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con
la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida.
Por J. C. N. S. Amén.
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