29 de noviembre
BEATO FRANCISCO ANTONIO FASANI,
Sacerdote de la 1ª Orden Franciscana
(1742)
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Francisco Antonio Fasani nació en Lucera, Apulia, el 6 de agosto de 1681 de humildes y modestos labradores, José e Isabel della Monaca y fue bautizado con los nombres de Donato Antonio Giovanni. Siendo jovencito entró en la Orden de San Francisco entre los Hermanos Menores Conventuales en el convento de Lucera y allí se distinguió por la inocencia de su vida, el espíritu de penitencia y de pobreza, el ardor seráfico y el celo apostólico, hasta el punto de parecer un San Francisco redivivo. Terminado el noviciado en Monte Sant Angelo en el Gargano, allí profesó el 23 de agosto de 1699; fue enviado en 1703 a completar su formación en el sacro convento de Asís, donde tuvo como director espiritual al Siervo de Dios José Marcheselli, y fue ordenado sacerdote el 11 de septiembre de 1705. Pasó luego a Roma al Colegio de San Buenaventura, donde fue nombrado maestro de teología, por lo cual en adelante en Lucera lo llamarán “Padre maestro”. Regresó a Asís, donde permaneció dedicado a la predicación en los campos hasta 1707, cuando volvió definitivamente a Lucera. Desde la cátedra, el púlpito y el confesionario desarrolló un intenso y fecundo apostolado, recorriendo todos los lugares de Apulia y sus alrededores, se mereció el apelativo de “apóstol de su tierra”. Profundo en filosofía y docto en teología, fue primero lector y regente de estudios en el colegio filosófico de Lucera, luego guardián del convento y maestro de novicios, modelo de observancia regular para los cohermanos, por lo cual fue nombrado en 1721 por especial Breve de Clemente XI Ministro de la provincia religiosa de Sant’Angelo, que en aquel tiempo se extendía desde la Capitanata hasta Molise. Escribió algunas obras predicables, entre ellas un “Cuaresmal” y un “Marial”. Su principal preocupación en la predicación era hacerse entender de todos. Por esto su catequesis, típicamente franciscana, iba dirigida principalmente al pueblo sencillo, hacia el cual sentía una particular atracción. Inagotable fue su caridad hacia los pobres y sufridos. Entre las diversas iniciativas promovió la simpática práctica de recoger y distribuir paquetes como regalos a los pobres con ocasión de la Navidad. Su celo y su caridad sacerdotal brillaron en forma singular en la asistencia a los encarcelados y a los condenados a muerte, a quienes acompañaba personalmente hasta el lugar del suplicio para consolarlos en los momentos finales; se anticipó en este admirable ministerio de caridad a San José Cafasso. Hizo restaurar el bello templo de San Francisco en Lucera, por 35 años centro de su incansable actividad sacerdotal. Fue devotísimo de la Inmaculada Concepción. A quienes dirigía espiritualmente les solía inculcar la devoción a la Santísima Virgen. Murió en Lucera a los 61 años de edad el 29 de noviembre de 1742, el primer día de la gran novena de la Inmaculada. Su cuerpo se venera en la iglesia de San Francisco en Lucera, la iglesia que él mismo había hecho restaurar. Fue beatificado en 1951 por el Papa Pío XII. |