San Remigio, el gran apóstol de
Francia, fue ilustre por la ciencia, la elocuencia, la santidad y los
milagros que jalonaron sus largos setenta años de episcopado. Elegido
por Santa Clotilde para instruir religiosamente al rey Clodoveo, su
esposo, que había decidido abrazar el cristianismo, tuvo el santo
obispo el consuelo de bautizarlo, con dos de sus hermanas, tres mil
guerreros y muchas mujeres y niños. Destruyó los ídolos e hizo
edificar iglesias. Murió hacia el año 533, casi nonagenario.
MEDITACIÓN
SOBRE LA SANTIDAD
RESUMIDA EN TRES PALABRAS
I. La santidad puede resumirse en tres
palabras: abstenerse, sufrir, emprender. Abstente de las cosas ilícitas
y peligrosas, y a menudo aun de las permitidas. Prívate de los
placeres de esta vida, y gozarás de los del cielo. No hay gozo más
dulce, aun en esta vida, que privarse de un placer por amor de Dios.
Señor , ¿cómo podría entregarme al placer viéndoos clavado en una
cruz? ¡Existe un infierno para los voluptuosos, y me abandono yo a
las delicias!
II. Hemos de sufrir ataques de la
concupiscencia, del mundo y del demonio. Hemos de sufrir insultos de
nuestros enemigos y perfidias de quienes consideramos amigos. En fin,
seas quien fueres, te desafío a que me cites tan siquiera un día de
tu vida en que no hayas sufrido. Reflexiónalo bien. El mundo es
incapaz de satisfacer nuestros deseos, y la inquietud incesante de
nuestra alma, en el seno mismo de la abundancia, es una prueba de que
só1o Dios puede colmarla. Considera el estado de vida que te
plazca, no hay descanso ni en el más oscuro ni en el más brillante. (San
Euquerio).
III. Gran obra es nuestra santificación;
es menester, para llevarla a cabo, trabajar seriamente por adquirir
las virtudes cristianas. ¿Podrías acaso decir que posees alguna de
ellas? No te desalientes sin embargo: para ser santo, basta quererlo.
Examina qué te impide serlo, y verás que no son sino bagatelas, como
aquéllas de que habla San Agustín: Estaba retenido por las
frivolidades y las vanidades más miserables.
El deseo de la santidad
Orad por vuestros jefes.
ORACIÓN
Haced, oh Dios
omnipotente, que la piadosa solemnidad de San Remigio, vuestro
confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y
el deseo de nuestra salvación. Por J. C. N. S. Amén.
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