San Crispo era un judío que como tantos otros en aquel tiempo,
llevaba un nobre romano, y era el jefe de la sinagoga de Corinto, cuando en
50-51 San Pablo empezó su apostolado en aquélla ciudad.
En las Actas de los Apóstoles, figura que Crispo, convencido por
las argumentaciones de San Pablo, se convirtió y "creyó en Jesús él y
toda su casa"; como era costumbre los niños, familiares y sirvientes seguían
la religión del jefe de familia.
En la I Epístola a los Corintios se reporta que Crispo fue
bautizado por San Pablo, igual que Cayo y la familia de Estéfanas, (I Cor. 1,
14 sg.). Dada su posición en el seno del judaismo, su conversión, ciertamente
debe haber tenido gran publicidad y eficacia, provocando la conversión de otros
judíos.
En la sinagoga fue reemplazado por Sostene (Act. 18, 17), que después
sigue el ejemplo de Crispo su predecesor, convirtiéndose al cristianismo y
llegando a ser uno de los compañeros de San Pablo, que en la Epístola a
los Corintios lo llama "hermano".
No hay detalles sobre la vida de Crispo; una tradición posterior,
lo hace Obispo de Egina en el golfo de Saronico.
El "Martirologio Romano" lo asocia en la celebración con
Cayo, el 4 de octubre y lo considera muerto en Corinto.
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