Santa Dámaris, ateniense por nacimiento, es
nombrada en los "Hechos de los Apóstoles· (17, 34), como convertida al cristianismo
después de haberlo escuchado a San Pablo en su discurso en el Areópago.
Se cuenta que un día, un buen hermano de Palo del Colle
fue a Roma y después de haber admirado las magníficas iglesias y los
imponentes monumentos, quiso echar una ojeada a las reliquias cristianas.
Entre los muchos nichos vacíos, encontró uno que contenía un
cuerpo femenino embalsamado; como no había guardias, envuelto en un lienzo se
lo llevó.
Llegado a la posada, lo colocó en una caja y emprendió el retorno
a Puglia.
Cuando llegó a Bitetto, fue detenido por unos guardias que querían
saber qué llevaba dentro de la caja. Él respondió que eran herramientas
usadas, pero los guardias no le creyeron e insistían en abrirla. El hermano
estaba resuelto a no mostrar la santa reliquia, y viendo que aquellos guardias
eran obstinados, pensó en volverse a Palo, dejando el precioso fardo en una
iglesia.
Durante la noche, vio en sueños a la mártir, que le ordenó
que se levantara, la tomara de la mano y la condujera a la iglesia de los
Capuchinos.
Con estupor, el hermano obedeció, y la acompañó a la iglesia en
la que, todavía hoy, se venera el cuerpo de la Santa.
En el santoral griego se la venera el 4 de octubre.
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