San Calixto gobernó la
Iglesia bajo el reinado del emperador Heliogábalo. Edificó una basílica al
otro lado del Tiber, y agrandó las catacumbas situadas sobre la vía Apia que
desde entonces llevan su nombre. Opuso el ayuno y las lágrimas a los goces
insensatos de los paganos y todo emprendía para extender el reino de
Jesucristo. Su celo apostólico fue coronado por el martirio, hacia el año 222,
después de cuatro años de pontificado.
MEDITACIÓN
SOBRE LA INGRATITUD
I.
Estás obligado a agradecer a Dios por todas las gracias que te ha concedido. ¿Cuántas
has recibido? Muchas conoces pero más aun ignoras. ¿Le has agradecido alguna
vez que te haya creado, que te haya conservado la vida? Te ha redimido, te ha
hecho nacer de padres cristianos, te ha dado riquezas, salud e ingenio. Agradécele
todos estos favores. Señor, soy todo vuestro, me ofrezco todo a Vos.
II.
La ingratitud ciega la fuente de las gracias. Dios es celoso de su gloria, no
permite que le sea sustraída; no agradecerle, es privarlo del honor que se le debe, es
obligarlo a que no te conceda lo que después le pidas. Dios mío,
os daré gracias no sólo de la prosperidad sino también de la adversidad,
pues todo lo que me sucede, excepto el pecado, es efecto de vuestra bondad para
conmigo. Somos extrañamente ingratos: no agradecemos a Dios sino cuando nos
colma de bienes terrenos, que, sin embargo, a menudo son perjudiciales para
nuestra salvación. Aprendamos a agradecer a Dios no sólo en la prosperidad,
sino también en la adversidad. (San Gregorio).
III. Hay tres grados en la ingratitud. El primero es olvidar los beneficios; el segundo, devolver mal por bien; el
tercero, servirse de los beneficios recibidos para ofender al bienhechor. ¿Cuántas
veces no te has servido tú del ingenio, de la salud, de las riquezas o de los
talentos que Dios te ha dado, para ofenderle? Si olvidas a Dios cuando te
beneficia, Él te enviará aflicciones para volverte al cumplimiento de tu
deber. Aprende el orden de la divina Providencia: si no se reconoce a Dios en sus beneficios,
se lo reconocerá en sus castigos.
(San Cipriano).
La humildad
Orad por vuestros benefactores.
ORACIÓN
Oh Dios, que veis nuestra impotencia para hacer
el bien, dignaos fortificarnos en vuestro amor mediante los ejemplos de
vuestros santos. Por J. C. N. S. Amén.
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