San Andrés fue patriarca
de Creta y murió en el 740. Es una
figura muy destacada en la teología mariana y en la historia del culto a la
Virgen. Su estilo es muy cuidado y armonioso y se esfuerza en precisar bien los
conceptos teológicos no dejándose llevar por la imaginación y los relatos de
la literatura apócrifa.
La gran difusión de sus obras en códices y en diversas
traducciones indica que la oratoria del Patriarca era muy valorada, haciendo de
él una figura muy destacada en la teología mariana y en la historia del culto
a la Santísima Virgen. Le complace saludar a María con el nombre de «hija
de Dios», y pone en este término, como después de él harán los predicadores
bizantinos, una intención muy particular: Ella es «una arcilla divinamente
moldeada por el artista divino, la materia perfectamente proporcionada para una
encarnación divina», «la levadura con la cual toda la masa del género humano
ha entrado en fermentación».
Murió en
740)
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