San Frumencio visitó Persia hacia el año 330 con un filósofo de Tiro,
tío suyo, y fue apresado en el mar al volverse a Etiopia. Impresionados por su juventud y belleza, los bárbaros lo presentaron a su rey, que tomó a su cargo su educación y lo hizo su secretario. Después de la muerte del rey, la reina le confió la regencia. Aprovechóse de ello para favorecer la religión y abandonó después este elevado
puesto para ir a pedir un obispo a San Atanasio en Alejandría. Este santo lo consagró a él mismo y lo
envió de vuelta. Sus discursos y sus milagros obraron un gran número de conversiones, y Etiopía permaneció católica durante cuatro siglos.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES GRADOS
DE AMOR AL PRÓJIMO
I. Debemos amar a nuestros parientes y amigos, es un deber que nos impone la naturaleza; pero
Dios quiere que en esto sigamos su voluntad más bien que nuestra inclinación.
Ámalos, porque Dios lo quiere y como Dios lo quiere. Demuéstrales este amor
trabajando todo lo que puedas en su salvación y soportando pacientemente sus defectos; la amistad y la caridad cristiana te obligan a ello.
II. Poca cosa es amar a los parientes y amigos: esta ley la observan hasta los paganos mismos; tú debes amar a las personas con las que no te vinculan ni parentesco ni amistad.
Son verdaderamente hermanos nuestros, aquellos que han reconocido como Padre suyo a Dios. (Tertuliano).
III. Hagamos más, amemos a nuestros enemigos. El cristiano es capaz de un acto tal de caridad.
¡Cuán difícil es este amor para aquél que no consulta sino la naturaleza; pero cuán fácil para aquél que considera a Jesús expirando en la cruz por sus
enemigos! Al hablar de San Esteban, dice San Gregorio: Ofrece a Dios algo más grande que la muerte, la
moderación del alma y el amor a los enemigos. La caridad
Orad por vuestros parientes y amigos.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que
la augusta solemnidad del bienaventurado Frumencio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el amor de la salvaci6n. Por
J. C. N. S. Amén.
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