San Narciso, obispo de Jerusalén a los 80
años de edad, hacia el año 180 de nuestra era, estuvo dotado de paciencia y dulzura admirables. Tres malos cristianos propalaron contra él una horrible
calumnia, diciendo que, si su acusación fuese falsa, consentían, uno en ser quemado, el otro en ser atormentado
de vergonzosa enfermedad y, el tercero, en perder la vista. Retiróse el santo al desierto sin querer
defenderse. Pero Dios castigó a dos de los acusadores según sus votos, y el tercero, reconociendo su falta, tantas lágrimas derramó que perdió la vista. San Narciso volvió a su sede. Contaba entonces 110 años y vivió
algunos más.
MEDITACIÓN
ES MENESTER ADMIRAR
A DIOS EN LAS CREATURAS
I. Se reconoce la sabiduría de Dios en el admirable orden que reina en el universo. La diversidad de las
creaturas, el cambio regular de las estaciones, las maravillas que la tierra, el mar y el cielo
despliegan ante nuestras miradas; todo ello publica a voces la sabiduría de Dios. ¿Sólo mi voz faltará en este admirable concierto de alabanzas que todas las creaturas elevan hacia
Él? Ellas han sido creadas para utilidad mía, pero también para enseñarme mis deberes para con el Señor. El universo creado para mi servicio me instruye con su ejemplo. (San
Euquerio).
II La bondad de Dios se manifiesta en las creaturas, pues el Señor no se ha contentado con darnos lo que nos era absolutamente necesario, sino que ha añadido todo lo que puede tornarnos grata la vida. Procedamos igual a su respecto, demos a
Dios generosamente, no sólo lo que Él exige de nosotros, sino también todo lo que podamos
darle: nos lo devolverá centuplicado aun desde esta vida. Nada se pierde con
Él, nunca se deja vencer en generosidad.
III. El poder de Dios brilla maravillosamente en el imperio que ejerce sobre las
creaturas. Todas obedecen sus órdenes, obran contra las leyes comunes de la naturaleza cuando
Él se lo manda, y nada resiste a su divina voluntad. Alma mía, ¿hasta cuándo
resistiremos a Dios? Amemos a las creaturas, pero no ofendamos al Creador; usemos de los bienes de este
mundo, pero no abusemos de ellos, si queremos gozar
de los del cielo. Aprended a amar en las creaturas al Creador; pero no os apeguéis de tal modo a ellas que perdáis a Aquél que os ha creado. (San Agustín).
El amor a Dios
Orad por la conversión de los incrédulos.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta
solemnidad del bienaventurado Narciso, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de
devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
|