San Marcelo, centurión del ejército romano, como sus compañeros celebraban mediante
sacrificios paganos el aniversario del emperador, exclamó arrojando sus insignias militares:
"Yo sirvo a Jesucristo, el Rey eterno. Si es necesario, para ser soldado, sacrificar a los dioses
y a los emperadores, me niego a servir". Fue condenado a muerte y decapitado, el 30 de octubre del año 298, en Tánger.
MEDITACIÓN
ES PRECISO TRABAJAR
PARA GANAR EL CIELO
I. No nos lisonjeemos de ganar el cielo sin que ello nos cueste mucho trabajo. El reino de los cielos sufre violencia, únicamente los animosos pueden conquistarlo. Esta vida no es lugar de descanso, es campo de batalla. Jesucristo nos ha señalado el camino del cielo con las huellas de su sangre; los santos lo han regado con sus sudores, sus lágrimas y su propia sangre.
¡Qué cobardes que somos! ¿Quisiéramos tener sin trabajo lo que tanto ha costado a nuestros antepasados en la fe?
II. Todo lo que hacemos, todo lo que sufrimos es poco, si lo
comparamos con lo que Dios pide, Con lo que vale el cielo y con lo que Jesucristo ha hecho para abrirnos su puerta. Sufro yo un momento para librarme de una eternidad de dolores, para gozar una gloria infinita y eterna. Vuestros sufrimientos duran
sólo un momento, la gloria que esperáis es eterna. (San Pedro Damián).
III. El mundo exige de sus partidarios servicios mucho más penosos de los que pide Jesucristo a sus servidores. Mira lo que hace un soldado para
alcanzar gloria, un comerciante para enriquecerse, un cortesano para agradar a su
príncipe. ¿Qué no haces tú mismo para contentar tu vanidad o tus placeres? ¿Cuándo, pues, trabajarás tanto por Dios
cuanto trabajaste para el mundo? ¿Cuándo harás por tu alma tanto cuanto hiciste por tu cuerpo?
El cuidado de la salvación
Orad por los que están en pecado mortal.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, oh Dios omnipotente, que la
intercesión de vuestro mártir San Marcelo, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J.
C. N. S. Amén.
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