El documento conocido con el nombre de "Doctrina de Addai", que data
de fines del siglo IV, refiere que San Serapión fue consagrado por Ceferino,
obispo de Roma; sin embargo, parece que San Serapión ocupó la
sede de Antioquía varios años antes de que comenzase el pontificado de San
Ceferino. El Martirologio Romano dice que era famoso por su ciencia. En todo
caso, la historia le recuerda por sus escritos teológicos. Eusebio cita el
resumen de una carta íntima que San Serapión escribió a Cárico y Poncio, en
la que condena el montanismo, que había alcanzado cierta popularidad gracias a
las pseudo-profecías de dos mujeres histéricas. El santo escribió también
una exhor tación a un tal Domnino, quien había apostatado durante la
persecución y practicaba el "voluntarismo" judío.
Durante el episcopado de Serapión hubo una
controversia en Rhossos de Cilicia acerca de la lectura pública del llamado
"Evangelio de Pedro", que era un escrito apócrifo de origen gnóstico.
Al principio, Serapión, que no había leído el libro y tenía confianza en la
ortodoxia de su grey, permitió que se leyera en público. Más tarde, pidió una
copia de la obra a la secta que lo propagaba "a los que solemos
llamar Docetas" (es decir, ilusionistas, porque sostenían que la humanidad
de Cristo era aparente y no real). Tras de leer el libro, el santo escribió a
la Iglesia de Rhossos para prohibir que se siguiese leyendo, porque había
descubierto en él "ciertas adiciones a la verdadera doctrina del
Salvador", En esa carta San Serapión anunciaba a los cristianos de Rhossos
que pronto iría a exponerles la verdadera fe.
En el oriente no se venera a San Serapión.
En cambio, su nombre figura en el Martirologio Romano. Los carmelitas le tributan
culto especial, pues, por extraño que parezca, pretenden que el santo perteneció
a su orden.
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