San
Quintín, hijo del senador Zenón de Roma, fue aprehendido por el prefecto
Rictio Varo mientras predicaba el Evangelio en Picardía. Después de haber
sido azotado, fue cargado de cadenas y echado en una prisión; mas, un ángel
lo sanó de sus heridas, lo libró de sus cadenas y le abrió las puertas de
la cárcel. Predicó en medio de la calle y convirtió a seiscientas
personas. El tirano lo hizo atormentar de diversas maneras y, viéndolo
invencible lo hizo decapitar, en el año 287, después de cuatro años de
maravilloso apostolado.
MEDITACIÓN
SOBRE LA HIPOCRESÍA
I. La mayor parte de
los hombres se esfuerzan más por parecer cristianos y virtuosos que por serlo
en realidad. Se salvan las apariencias, se quiere contentar a los hombres, pero
uno no se toma mucho trabajo por contentar a Dios y la propia conciencia. Se
ordena el exterior y el alma está en desorden. ¡Desventurados! Dios nos ve
tales cuales somos y no tales cuales queremos aparecer. Dios es quien nos juzgará
y no los hombres; no podemos engañarlo, nos engafiamos a nosotros
mismos.
II. ¿Qué pretendes con esa devoción de
apariencia? ¿De qué te servirá la estima de los hombres, si Dios te
desprecia? Gratuitamente te condenas, tienes toda la pena que los santos
encontraron en el servicio de Dios, no tienes sus consuelos en esta vida y no
tendrás su recompensa en la otra. ¿Qué haréis, vosotros hipócritas, el día
del juicio, cuando Dios dé a conocer vuestros crímenes a todos los hombres y
a todos los ángeles?
III. A nadie juzgues por las apariencias, el rostro
engaña a menudo. Tal parece orgulloso y es muy humilde. A Dios sólo pertenece
el penetrar los secretos del corazón humano; interpreta las acciones de los
demás como desearías que se interpretaran las tuyas. Examina tus propios
defectos y mira si no eres del número de aquellos de que habla San Cipriano,
que condenan en lo exterior aquello que hacen en lo interior, acusadores en
público y pecadores en secreto. La
huida de la hipocresía
Orad por la conversión de los hipócritas.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente,
que la intercesión del bienaventurado Quintín, vuestro mártir, cuyo
nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo
Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
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