Herminio José abandonó el mundo a la edad de
quince años para entrar en la orden de los Premonstratenses. Singularizó se
en ella por una tierna devoción a la Santísima Virgen y un gran celo en la
imitación de sus virtudes. Recibió en cambio insignes favores. Cada vez que
pronunciaba el dulce nombre de María exhalaba un exquisito perfume. Esta buena
Madre a menudo se le apareció en compañía de su Hijo y de su castísimo
esposo San José. Extremó la condescendencia al punto de ponerle a su Hijo en
los brazos. Murió en el año 1241.
MEDITACIÓN
SOBRE LA DEVOCIÓN A MARÍA
I. Ten gran confianza en María, porque es
tu Madre. Dirígete a Ella, aun en tus necesidades corporales: pídele los
bienes, la salud y las otras cosas que te son necesarias para vivir y servir a
Dios; gusta Ella de esta familiaridad: una madre se complace en ver a su hijo
que se le dirige con entera confianza. María no tiene por ti menos amor que tu
madre de la tierra, y tiene más poder. Para obligarla a que te socorra, jamás
dejes de tributarle tus homenajes con regularidad todos los días de tu vida., Mas, ¿qué oración
le rezas? ¿Qué buena acción haces cada día para honrarla?
II. Dirígete a Ella en tus aflicciones, consúltala
en tus dudas, vete a su lado a aliviar tu corazón contándole la causa de tus
penas: te dará los consejos más sanos, porque ningún amigo ni pariente
tienes que te profese cariño comparable con el suyo. ¡Oh Virgen santísima, si
supiéramos aprovechar la bondad que tienes para con nosotros, pronto seríamos consolados en nuestras aflicciones!
III. ¿ Te sientes a punto de sucumbir a la
violencia de tus tentaciones? llámala en tu auxilio. ¿Caíste en pecado?
ruégale
te ayude a volver a levantarte: es abogada de pecadores. No existe tentación de
la que no puedas salir victorioso, si invocas a María. Es por ti, oh María,
por quien los míseros obtienen misericordia de Dios, los desgraciados vuelven a
encontrar gracia, los pecadores obtienen el perdón de sus pecados. (San
Agustín).
La devoción a la Santísima Virgen
Orad por la buena educación de la juventud.
Oh Dios, que todos
los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Herminio, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que al honrar la
nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra.
Por J. C. N. S. Amén.
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