Este
santo estaba devorado de celo por la casa de Dios. Siendo obispo de Tours, hizo
agrandar y embellecer la basílica de San Martín. Empleaba la mayor parte de
sus entradas en exornar iglesias y alimentar pobres que son templos vivos del
Espíritu Santo. Hizo testamento a favor de las iglesias y de los pobres de su
diócesis; pero el regalo más hermoso que hizo a la iglesia de Tours fue el
ejemplo de sus virtudes durante su vida, y sus reliquias después de su
muerte.
MEDITACIÓN
LA FE
SIN LAS OBRAS
ES
UNA FE MUERTA
I. Para salvarnos
hemos de poseer una fe perfecta, una fe sencilla y, en cierto modo, ciega, que acepte todo lo que la
Iglesia propone para que creamos. ¿Qué tiene de asombroso el que no compren
damos las verdades propuestas? Tan limitado es nuestro espíritu que ni siquiera
comprende lo que vemos todos los días; ¿y pretendemos comprender los,
misterios incomprensibles de la Religión? Humillémonos y creamos en lo que Dios nos revela y nos propone, por
medio de la Iglesia, para que creamos.
II. Pero, no basta la fe sola, es preciso
que vaya acompañada de las buenas obras; sin ellas está muerta. No te salvarás
por haber sido cristiano, sino por haber practicado las obras de un cristiano.
Te engañas si crees que podrás usar el nombre de cristiano como de un título
para reclamar la herencia del Padre celestial. Sólo te servirá para ser
condena do, si eres infiel a la obligación que te impone de imitar a
Jesucristo. Tus crímenes son más grandes que los de los paganos pues recibiste
más luz. Pecamos gravemente escudándonos con un nombre tan
grande. (Salviano).
III. ¿Es la fe el principio de todos tus actos?
¿No trabajas por las riquezas y los honores? ¿No buscas en todo el placer y
con una avidez como si no esperaras un paraíso? ¿Los paganos y los herejes no
son muchas veces más caritativos con el prójimo y más moderados en sus
pasiones que tú? Cristo es deshonrado en nosotros, en nosotros la ley
cristiana sufre detrimento. (Salviano).
La práctica de las buenas obras
Orad
por la Iglesia.
ORACIÓN
Haced, oh Dios
omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Perpetuo, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de
la salvación. Por J. C. N. S.
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