San Hermenegildo fue el hijo mayor de Leovigildo, rey de los visigodos en España, que era arriano. Empleó su padre
contra él toda suerte de halagos, pasando a la amenaza y llegando hasta la
prisión para traerlo al arrianismo: nada pudo quebrar la constancia de este
generoso atleta de la fe. Rechazó la comunión pascual de manos de un obispo
arriano que su padre le enviara a su prisión. Exasperado con su rechazo, mandó
el padre a unos sol dados para que le dieran muerte. Hendiéronle éstos la
cabeza de un hachazo. Arrepentido Leovigildo de su crueldad, a su muerte
recomendó a San Leandro que educase en la fe católica a su otro hijo Reca
redo, que fue su sucesor y el primer rey católico de España. El martirio de
Hermenegildo acaeció en Sábado Santo, el 13 de abril del año 585.
MEDITACIÓN
SOBRE EL REINO
DE LOS CIELOS
I. Aunque no seamos hijos de rey, como lo fue San Hermenegildo, todos estamos
llamados a gozar del reino de Dios en el cielo. No son las riquezas, ni la
nobleza, ni el renombre, ni la ciencia, ni el talento los que nos pondrán en
posesión de este reino, sino la buena voluntad ayudada de la gracia de Dios. No
te fatigues pues, buscando una posición brillante en la tierra, no te aflijas
si eres pobre y mísero, tu reino no es de este mundo.
II. En este mundo considérate
como hijo de rey, como heredero presunto de una corona que no puede escapársete,
si sabes, mediante tu sumisión, conservar la amistad del rey tu padre. En
segundo lugar, considérate como príncipe exilado, a quien expulsaron de sus
dominios, y que debe, por su valor, reconquistar su reino. Conserva la
inocencia y la gracia del bautismo: reinarás después de tu muerte. Si las
hubieses perdido, has perdido con ellas el derecho a tu reino; haz de
reconquistar este derecho cueste lo que cueste. El reino de los cielos su
fre violencia. (Evangelio).
III. Dependerá de ti el gozar un día de este
reino. Serás siempre feliz, si no consientes libre mente en ser desgraciado.
Está en tu poder elegir por Señor a Dios o al demonio; mas, aquél a quien te
des te conservará eternamente. Elige, pues, o reinar eternamente con Dios, o
sufrir eternamente con el
demonio.
El desprecio del mundo
Orad por
los gobiernos cristianos.
ORACIÓN
Dios omnipotente,
que enseñasteis al bienaventurado Hermenegildo, vuestro mártir, a preferir
el reino de los cielos a las grandezas de este mundo, haced que siguiendo su
ejemplo despreciemos las cosas perecederas para aspirar sólo a las eternas.
Por J. C. N. S.
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