La Berner Chronik informa que en
el año 1294 fue perpetrado en Berna un terrible delito. Algunos miembros de la
comunidad judía arrojaron a una cantera a un niño cristiano y, para parodiar
la Pasión de Cristo, lo crucificaron dejándolo morir en la cruz.
Considerado como mártir por el Concilio de la ciudad y por el clero
local, el infante fue sepultado con grandes honores en la Catedral de Berna, al
lado del altar de la Santa Cruz. Desde entonces ese altar fue llamado por el
pueblo “altar de
San Rodolfo”.
En el año1485 la la iglesia fue demolida, y en su lugar se
edificó una más grande y bella. El cuerpo del mártir fue entonces
colocado en una urna y expuesto a la veneración de los fieles sobre el altar de
la Santa Cruz. En 1528, los calvinistas saquearon la iglesia, destruyeron
el altar, y las reliquias de Rodolfo, fueron arrojadas y desparramadas. Nunca
más se recobraron.
Nunca fue aprobado el culto de este beato y su nombre no aparece en
el Martirologio Romano. En el Proprio de Basilea había un Oficio en su
honor, pero en 1908 fue suprimido.
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