Las numerosas conversiones que obró este santo
obispo en Iliria excitaron contra él el odio de los paganos, que lo denunciaron
a los magistrados. Detenido y conducido a Italia, fue asado en una parrilla, colocado después en un lecho de hierro calentado al rojo y, por fin, sumergido en una caldera de aceite y pez hirviendo.
Como saliera sano y salvo de todos estos suplicios fue arrojado a los leones,
que no le hicieron ningún mal. Finalmente, fue golpeado con varas hasta que
murió a la vista de su madre, Santa Antea, y fue al cielo a gozar de la
libertad de los hijos de Dios, libertad que ya presagiaba su nombre Eleuterio,
es decir, hombre
libre.
MEDITACIÓN
SOBRE LA LIBERTAD DE LOS
SERVIDORES DE DIOS
I. No existe servidumbre más cruel que la
de
los libertinos e impíos: se dicen libres y gimen bajo la
más vergonzosa de las esclavitudes: la del pecado. Tantos tiranos tienen
cuantas pasiones; están cargados con tantas cadenas como vicios y malas
costumbres tienen. Viene la pasión y dice: Eres mío. Vienen todos los
vicios y dicen: Eres mío.
¡Qué vil esclavo es quien obedece a tantos señores!
(San Ambrosio) .
II. Verdaderamente es libre quien
sirve a Dios y le obedece, pues no tiene entonces sino un solo Señor, el cual
nada ordena que no esté de acuerdo con la razón y que no sea para nuestro
mayor bien. El servicio voluntario y razonable que le rendimos nos libra de la
vergonzosa tiranía del demonio, del pecado y de nuestras pasiones. ¡Ah! si mi
libertad es un bien inestimable, si es el mayor de todos los tesoros, ¿a quién
lo sacrificaría mejor que a Vos, Dios mío, que me la habéis dado? Obedecer
a Dios, es ser libre.
III. Para gozar de una entera y perfecta
libertad en este mundo, no se ha de temer ni amar sino a Dios. Todos los
suplicios, todas las aflicciones imaginables, todos los placeres y todas las
grandezas del mundo, no podrán obligarte a cometer la más mínima falta. De cuántas
penas, temores y dolores te librarías, si grabases profundamente en tu espíritu este pensamiento: ¡No temer sino a Dios, no amar sino a Dios! El malo no
puede ser libre. (Séneca).
El perdón de las injurias
Orad por
vuestros enemigos.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, mirad
nuestra flaqueza y cómo nos agobia el peso de nuestras obras y
fortificad nos por la gloriosa intercesión de San Eleuterio, vuestro mártir.
Por J. C. N. S.
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