19 de abril
BEATO JAIME DUCKET,*
Mártir
El Beato Jaime Ducket es particularmente interesante, ya que casi todas las sentencias de prisión pronunciadas contra él, así como la condena a muerte, se debieron a sus esfuerzos por propagar la fe, mediante la prensa católica. Había nacido en Gilfrotriggs, en Westmorland. En Londres aprendió el oficio de impresor. El estudio de un libro, llamado "El firme fundamento de la Religión Católica", le hizo dudar de la verdad del protestantismo, en el que había sido educado y, desde entonces, dejó de asistir a los oficios protestantes.
El pastor de la iglesia de San Edmundo le mandó
llamar; Jaime le confesó francamente que no pensaba volver a una iglesia
protestante hasta que se le diesen argumentos más convincentes a favor del
protestantismo. Por ello, fue condenado a dos años de prisión, uno en
Bridewell y otro en Compter. Gracias a la intervención del impresor con el que
trabajaba, Jaime fue puesto en libertad; pero a causa de la sentencia, su patrón
juzgó más prudente despedirle.
Jaime recurrió entonces a un anciano
sacerdote, llamado Weekes, para que le instruyese. Por el momento, el sacerdote
se hallaba preso en Gatehouse; pero dos meses más tarde quedó libre y lo
primero que hizo fue instruir a Jaime en el catolicismo. La vida de Jaime fue
realmente ejemplar. Se casó con una viuda católica, a la que quiso mucho. Su
hijo, que fue más tarde superior de los Cartujos de Newport, escribió un
relato del juicio y la muerte del beato. Jaime se dedicó a la venta de libros,
"tanto para consuelo e instrucción de los católicos, como para que
pudiesen ayudar a otras almas". Ese trabajo era tan peligroso en aquella época,
que de sus doce años de matrimonio, Jaime pasó nueve en la prisión, en
diversas ciudades de Inglaterra. La última vez fue denunciado por un tal Pedro
Bullock, quien habían empastado varios libros para el beato, y creyó
que, delatándole, lograría conseguir una conmutación de la pena de muerte que
había merecido por otro delito. Era falso que Jaime hubiese publicado las
"Súplicas de la Reina" del P. Southwell, pero el beato confesó que
poseía otros libros católicos. El jurado se rehusó al principio a condenarle
por el testimonio de un solo testigo, pero el supremo magistrado, Popham, pidió
al jurado que reflexionase sobre su veredicto. Bastó un breve
receso para cambiar la sentencia; el jurado declaró al Beato Jaime
culpable de felonía y le condenó a muerte. La esposa del beato fue a
visitarle a la prisión llorando sin consuelo. Jaime le dijo: "Si
me hubiesen nombrado secretario o tesorero de la reina, no llorarías.
Pues ahora que voy a estar cerca del trono del Rey de los reyes no debe
haber lágrimas. Desde arriba podré hacerte todavía más bien, con tal
de que sigas sirviendo a Dios morir entre ladrones como mi Maestro y Señor".
El beato perdonó de todo corazón a su delator, quien fue ejecutado
junto con él, a pesar de su traición. Ambos fueron conducidos a Tybrun
en el mismo carro. La esposa del beato le dio un poco de vino en Holborn
Bars. Jaime repitió una vez más a Bullock que le perdonaba, le exhortó
a morir en la iglesia católica y le dio un beso cuando les echaron la
cuerda al cuello. |
* Robert Quardt. Los Santos del Año. Editorial Herder. Barcelona, España. 1958.