San Sotero, Papa, gobernó la Iglesia
durante tres años y algunos meses, bajo el reinado del emperador Marco Aurelio.
Después de haber dictado sabias leyes y dado grandes ejemplos de virtud,
magnánima
mente padeció el martirio.
San Cayo, pariente próximo del
emperador Dio c1eciano, fue también Sumo Pontífice. Se vio obliga do, para
evitar la persecución, a ocultarse en las cata cumbas. Después de doce años
de pontificado, recibió la corona del martirio, junto con su hermano Gabino, en
el año de Jesucristo, 296.
MEDITACIÓN
SOBRE LA RECOMPENSA DE
NUESTROS TRABAJOS
I. Lo que al presente sufrimos es poca cosa
en comparación con la recompensa que nos espera. Por tanto, no debemos
inquietarnos por los males que nos acaecen. Si comparamos nuestra vida de un momento con la eternidad que la sigue, y que será su premio, nuestras pruebas nos
parecerán poca cosa. Todo lo que acaba es corto. (San Agustín).
II. La recompensa que nos ha sido preparada en el cielo
es eterna en duración e infinita en grandeza. ¿Por qué amamos tan
ardientemente esta vida, que nos mantiene alejados de una tan completa
felicidad? ¿Por qué no buscamos aquello por lo cual adquirimos una felicidad
eterna? ¡Que Dios sea el único objeto de nuestros deseos. Él a quien
veremos sin fin, a quien amaremos sin disgusto, a quien alabaremos sin fatiga!
(San Agustín).
III. La sola esperanza de poseer a Dios debe ya
hacernos dichosos y ponernos contentos desde esta vida. Esta esperanza es la que
da a los mártires la fuerza para soportar terribles tormentos, a los penitentes endulza sus lágrimas y austeridades. Contempla, pues, a menudo el
cielo, y en viéndolo, di: ¡He ahí el trono que me prepara Dios! Todo pasa, sólo la eternidad perdura. Pasaron nuestros hermanos,
pasamos también
nosotros y nuestros descendientes nos seguirán. (San Euquerio).
La paciencia
Orad por
los
que sufren.
ORACIÓN
Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestros
bienaventurados mártires y Soberanos Pontífices Sotero y Cayo, a quienes
constituisteis pastores de toda la Iglesia.
Por J. C. N. S.
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