Ceñid vuestras cinturas y tened en vuestras manos
las lámparas encendidas.
(Lucas,
12, 35).
San Gregorio
Nacianceno, yendo a Atenas a estudiar filosofía, fue sorprendido en el mar
por una tempestad tan violenta que prometió a Dios abandonar el mundo si
escapaba del naufragio. Su voto fue escuchado y Gregorio, en compañía de San
Basilio, compañero suyo de estudios en Atenas, retiróse a la soledad. Dormía
en el desnudo suelo, llevaba cilicio, mortificaba su cuerpo con continuos ayunos
y vigilias. Fue arrancado de su retiro, nombrándoselo patriarca de
Constantinopla. Murió alrededor del año 390, a edad muy avanzada.
MEDITACIÓN SOBRE
EL BUEN EJEMPLO
I. Da
buen ejemplo a los demás, lleva en tu mano la lámpara encendida, alumbra a
tu prójimo y, con tus buenas acciones, abrasa su corazón con el amor de Dios. Es
ésta una obligación que te impone la caridad; si faltas a ella, si te haces
para el prójimo ocasión de escándalo, serás doblemente castigado. ¿Cómo te
atreves a escandalizar a tu hermano, por quien dio su vida Jesucristo? San
Francisco de Asís predicaba con su modestia; los apóstoles conquistaron más
almas para Jesucristo con su paciencia que con sus predicaciones, y eso que sus
palabras ardían en el fuego del Espíritu Santo.
II. Cuando veas las faltas de tu prójimo, vuélvete sobre ti mismo y examina si no incurres en
iguales pecados. Si
nada te reprocha tu conciencia, agradece a Dios, y considera la fealdad de
aquellos peca dos para que les tengas aversión; reconocerás mejor su
enormidad en otro que no en ti mismo. Huye de las ocasiones en que aquel
desventurado naufragó, porque quien ama el peligro en él perecerá. Dichoso
aquel que no se detuvo en el camino de los pecado res. (Salmo).
III. Mira el ejemplo que te dan tantas almas
santas. ¡Cuántas veces ves todos los días a personas que viven en la
austeridad y en la humildad, que trabajan celosamente por la salvación de las
almas! ¡Cuántos y cuántas jóvenes que tienden al cielo con esfuerzo continuo!
Exclama con San Agustín: ¡Yérguense los ignorantes y se ganan el cielo, y
nosotros, con toda nuestra ciencia, yacemos en la carne y en la sangre!
Huir de las malas compañías
Orad por la
conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que disteis al bienaventurado Gregorio
a vuestro pueblo para que lo instruyera acerca de los caminos de la salvación
eterna, haced, os lo suplicamos, que después de haberlo contado en la tierra
como doctor y guía, merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.
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