Haz como si ignorases muchas cosas,
y, meditando, escucha en silencio.
(Eclesiástico, 32, 12).
San Juan, llamado el Silenciario, a causa
del silencio que guardó durante casi 45 años, empleó todo su patrimonio en
edificar una iglesia en honor de la Santísima Virgen y un monasterio al que se
retiró con diez compañeros, animados todos del deseo de santificarse en la
soledad. Ansioso de dejar las funciones episcopales que no había aceptado
sino de mal grado, consultó al Señor y, una noche en que estaba en oración,
vio una estrella en forma de cruz y oyó una voz que le dijo: Sigue esta luz,
si quieres salvarte. La siguió y llegó al famoso monasterio de San Sabas
donde ejerció los más humildes menesteres. Murió alrededor del año 558.
MEDITACIÓN
SOBRE LA
VOCACIÓN
I. Lo que acabamos de oír puede inspirarnos tres
reflexiones de las que podemos aprovecharnos. La primera, es que debemos
consultar a Dios en todas nuestras dudas, sobre todo cuando se trata de elegir
una vocación estable para el resto de la vida. Dios es quien debe darnos las
gracias necesarias para vivir santamente; a Él pertenece el asignarnos el
puesto
que sabe nos corresponde. No nos recompensará si no hemos trabajado según sus
órdenes.
II. La estrella tenía
forma de cruz; elijas el esta do de vida que elijas siempre encontrarás la
cruz. Considera, pues, la posición a la que Dios te llame, como la cruz que Él
quiere que lleves. Cada uno tiene la suya; no te imagines que tienes la más
pesada, porque todos nos inclinamos a creer lo mismo. Señor, no quisisteis
descender de vuestra cruz, y yo moriré antes que abandonar la vocación a la
que me habéis llamado; es la cruz sobre la cual quiero morir.
III.
La luz de esa estrella llamó a San Juan y, para seguirla, dejó todo. Escucha
todo lo que te dice Jesucristo en el fondo del corazón; si no sigues esa
estrella, se trocará en astro funesto que te espantará en la hora de la
muerte. Elige ahora lo que en el momento de la muerte te gustaría haber
elegido; desprecia al mundo, que no seduce sino a quienes lo consienten. Si
no nos engañamos a nosotros mismos, será casi imposible que nos engañe el
mundo. (San Euquerio).
La correspondencia a las gracias de vuestra vocación
Orad por aquellos a quienes Dios llama
a la vida religiosa.
ORACIÓN
Oh Dios omnipotente, haced que la augusta
solemnidad de San Juan, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el
espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
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