Es dificil encontrar en
toda la literatura secular una vida más llena de aventuras que la del
fraile franciscano Odorico de Pordenone. Era originario de Friuli, y se
dice que su nombre de familia era Mattiussi. Hacia el año 1300, a los
quince de su edad, tomó en Udine el hábito de San Francisco, y sus
biógrafos proclaman el fervor con que se entregó a la oración, a la
pobreza y a la penitencia. Al poco tiempo, Odorico se sintió llamado
por Dios a la soledad y obtuvo permiso de llevar vida eremítica en una
remota celda. Ignoramos cuánto tiempo duró esta estrecha comunión con
Dios, pero parece que sintió un nuevo llamamiento para volver a Udine y
practicar los ministerios apostólicos en los alrededores. Su
predicación tuvo gran éxito y las multitudes venían desde muy lejos
para oírle. Pero hacia 1317, cuando tenía un poco más de treinta
años, sintió una inspiración diferente, y es difícil determinar la
parte que tuvieron en su vida posterior el simple espíritu de aventura
y el deseo apostólico de extender el Reino de Dios y salvar las almas.
Probablemente acertaremos pensando que los dos elementos se hallaban
mezclados.
No es fácil precisar fechas; pero según Yule y Cordier,
Odorico llegó a la India occidental poco después de 1321, vivió en el
norte de China, de 1322 a 1328, y murió ciertamente en Udine, entre sus
hermanos, en enero de 1331. En lo que concierne a la ruta de sus viajes,
estamos mejor informados. Su primer objetivo fue Constantinopla, de
donde pasó a Trebizonda, Erzerum, Tabriz y Soltania. En muchas de esas
ciudades había casas de su orden, y el beato se detuvo probablemente
bastante tiempo en cada una, de suerte que esta primera parte de su
viaje debió durar unos tres años. De Soltania se dirigió, dando
rodeos, a Bagdad y Hormuz, en la entrada del Golfo Pérsico, donde se
embarcó con rumbo a Salsete. En Tana, o tal vez en Surat, reunió los
restos de cuatro de sus hermanos que habían sido martirizados
recientemente en ese lugar, en 1321, y los llevó consigo en su viaje al
oriente. Fue a Malabar y a Ceilán, y después se detuvo, probablemente
por algún tiempo, en el santuario de Santo Tomás en Mailpur, cerca de
la actual Madrás. Ahí se embarcó con rumbo a Sumatra y Java, y es
posible que haya visitado también el este y el sur de Borneo. En
seguida pasó a China. De Cantón viajó a los grandes puertos del Fu-kien.
Desde Fu-chau continuó a través de las montañas hacia Hang-chau
--entonces Quinsai, la mayor ciudad del mundo-- y Nan-king. Cruzando el
gran canal en Yang-chau, se dirigió a Khanbaliq o Pekín, donde
permaneció tres años en una de las iglesias fundadas por otro heroico
misionero franciscano, el arzobispo Juan de Montecorvino, que era
entonces ya muy anciano. De ahí retornó Odorico a Italia, a través de
Shen-si y Lasha, la capital del Tibet, pero desconocemos el intinerario
que siguió hasta llegar de nuevo a su provincia. Es interesante hacer
notar que por lo menos durante la última parte de sus largos viajes,
Odorico tuvo por compañero a un tal hermano Jacobo, fraile irlandés de
su orden. Sabemos esto gracias a un documento conservado en los archivos
de Udine, según el cual, después de la muerte de su compañero de
viaje, el hermano Jacobo recibió dos marcos "por amor de Dios y
del bienaventurado hermano Odorico".
La narración de los viajes de Odorico, que
desgraciadamente no fue escrita durante los mismos, sino dictada más
tarde a uno de sus hermanos, no habla prácticamente de sus trabajos
misionales. Ello hace difícil determinar hasta qué punto merecen
crédito las leyendas posteriores sobre el éxito de su predicación. El
cronista Lucas Wadding afirma que convirtió y bautizó a dos mil
sarracenos, pero no explica de dónde toma el dato. También se dice que
Odorico volvió de China a Europa en busca de misioneros para el Extremo
Oriente, pero que San Francisco se le apareció en Pisa y le ordenó que
retornase a Udine, explicándole que él mismo se encargaría de velar
por esas remotas misiones. En su lecho de muerte, el gastado misionero
declaró que Dios le había hecho saber que sus pecados estaban
perdonados, pero que sin embargo, deseaba conseguir las "Llaves de
la Iglesia" como un humilde niño y recibir los sacramentos.
Odorico murió el 14 de enero de 1331. Se cuenta que obró muchos
milagros después de su muerte. En uno de ellos interviene de nuevo el
hermano, ya que cierto franciscano, predicador y doctor de teología en
Venecia y que sufría de una penosa enfermedad de la garganta, rogó al
hermano Jacobo que le encomendase a su antiguo compañero de viajes, y
quedó curado al punto. El culto de Odorico fue aprobado en 1775.
El relato de sus
viajes, tal como lo dictó Odorico en latín, se encuentra en Acta
Sanctorum, 14 de enero. Existe asimismo una traducción anotada, en
Yule-Cordier, Cathay and the Way Thither (1913), vol. II. Ver
también Wadding, Annales, s. a. 1331; M. Komroff, Contemporaries
of Marco Polo (1928); y H. Matrod, L'itinéraire... du b. Odoric
de Pordenone (1936). S. J. Williams, Efordd y Brawd Odrig (1929),
editó una traducción de los viajes de Odorico en galaico, hecha en el
siglo XV. Se encontrará una bibliografía más completa en Yule y en U.
Chevalier, Bio-Bibliographie.
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