San Caprasio era natural de Agen, ciudad importante en Gascuña, en Francia. Con su predicación, convirtió a los gloriosos hermanos Primo y Feliciano, martirizados  durante la persecución que a principios del siglo IV movieron contra los cristianos los emperadores Diocleciano y Maximiano. Habiéndose Caprasio escondido en una cueva huyendo de la persecución, se enteró de la fortaleza con que Santa Fe, virgen, padecía por Cristo, animóse él a la misma pelea y pidió al Señor que si le juzgaba digno de la gloria del martirio, hiciese salir agua clara de la peña de su cueva; y obrando Dios aquel milagro, se fue seguro al campo de batalla, en donde combatiendo generosamente mereció la palma del martirio en tiempo de Maximiano.