Estos beatos son los últimos, en
cuanto a fecha, de los mártires del Japón, beatificados en 1867.
Antonio Ixida, japonés, nacido
en 1569, entró en la compañía de Jesús a la edad de 20 años. Ordenado
sacerdote, se distinguió por su celo y su elocuencia, sobre todo durante la
gran persecución que comenzó en 1614. Siempre tuvo en cuenta, aún en la prisión
de Nagasaki, la regla de vivir en presencia de Dios. Fue detenido y, después de
dos años de prisión, sometido a horribles torturas. Finalmente, pereció en la
hoguera con sus compañeros, el 3 de septiembre de 1632. Ixida era jesuita. Su
fama llegó a todos por su excelente predicación.
Bartolomé Gutiérrez nació en Méjico
en 1530. Se hizo agustino en 1596 y se ordenó de sacerdote en Puebla. En 1612
se fue a Japón como superior de Ukusi. Trabajó apostólicamente durante varios
años, a pesar de que su vida corría siempre peligro.
Francisco Ortega nació en Villamediana, España. También era
agustino. Lo enviaron a Méjico y de aquí a Manila. Más tarde a Japón.
Gabriel Fonseca era un lego franciscano. Nació en Fonseca, España.
Lo enviaron a Japón para estudiar medicina. La ejerció ayudando a todo enfermo
sin cobrar nada. A los diez años de intenso trabajo apostólico fue arrestado
hasta que murió mártir por Cristo.
Juan Jerónimo Jô era un sacerdote diocesano japonés. Recibió la
educación en el seminario de Arima y ordenado de sacerdote en Manila. En 1628
volvió a su país y ejerció su ministerio sacerdotal hasta que lo arrestaron.
Vicente Carvalho nació en Lisboa. Era agustino. Lo enviaron a Méjico
y de aquí a Japón en donde sufrió la palma del martirio.
Otros mártires fueron: Gaspar Sadamazu, Luis Baba,
Antonio de Tuy, Baltasar de
Torres, Fernando de Ayala, Francisco Pacheco, Francisco Gálvez,
Juan Bautista Sola, Juan Bautista machado, Juan Kinsaco, Leonardo
Kimura, Luis
y Juan Maki, Leo,
Luis Nifaki, Pedro
Asunción, Alfonso Navarrete, Luis Sotelo , Luisa,
Xinesuki, Pedro de
Cuerva, Pedro Rinxei, Pedro Vazquez, Luis Sasanda,
Simón Yempo, Tomás
Tzugui, Vicente Caun, todos beatificados por el Papa Pío IX en 1867.
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