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Conflictos
Jasper
Becker: Hungry Ghosts, China’s secret famine. John Murray, London, 1997.
Traducción Luis César Bou
“El éxito práctico en la agricultura
es el último criterio de verdad”
Stalin
“Viendo a todos los hombres
comportarse como borrachos
¿Cómo puedo solamente yo permanecer
sobrio?”
Poema de la dinastía Tang
Para iniciar el Gran Salto Adelante, Mao
promovió una fiebre de expectación sobre toda China que llegó a la histeria
masiva. Mao el infalible, el “gran líder”, el “brillante marxista”, el
sobresaliente pensador y genio, prometió que crearía un paraíso sobre la
tierra. Aunque ya en los años 40 el Partido había alentado un culto a la
personalidad en torno a Mao ahora éste llegaba a nuevas y grotescas alturas:
Mao era un ser infalible semi-divino. Los poetas, escritores, periodistas y
científicos de la nación, y el entero Partido Comunista, se unieron en
proclamar que la Utopía estaba al alcance de la mano. A China, la tierra del
hambre, él la haría: China, la tierra de la abundancia. Los chinos tendrían
tanta comida que no sabrían qué hacer con ella, y la gente llevaría una vida de
ociosidad, trabajando solamente unas pocas horas al día. Bajo su genial liderazgo, China entraría en la etapa
final del comunismo, antes que cualquier otro país de la Tierra. Si los
soviéticos decían que llegarían al comunismo en diez o veinte años, Mao decía
que los chinos alcanzarían eso en un año o dos. De hecho, él prometió que en un
año la producción de alimentos se duplicaría o triplicaría. Incluso Liu Shaoqi
entró en este espíritu de cosas acuñando el slogan “Trabajo duro por unos pocos
años, felicidad por un milenio”.
El Gran Salto Adelante fue precedido por una
nueva campaña para elevar el culto a la personalidad de Mao a un nivel que
rivalizaba con el de Stalin. Desde fines de 1957, sus retratos, grandes y
pequeños comenzaron a aparecer por todas partes. Mao fue comparado con el sol y
hubo gente que declaró que la era de Mao era ya como un paraíso en la tierra.
El Diario de la Juventud China publicó que “la gente más querida en el
mundo son nuestros padres, aunque ellos no pueden ser comparados con el
Presidente Mao”. En canciones, también, Mao era elogiado:
“El Presidente Mao es infinitamente
bondadoso,
Diez mil canciones no bastan para
alabarlo.
Y un océano de tinta,
Mucho se dejaría sin escribir.”
Los funcionarios recorrieron el país en 1958
describiendo que la felicidad y la gloria estaban al alcance de la mano. Tan
Chen Lin, el Ministro de Agricultura, pintaba una fantasía de campesinos
pasando de un salto de vivir en chozas a acróbatas del cielo, viajando ya no en
asnos sino en aeroplanos.
“Después de todo: ¿Qué significa el
comunismo?...Primero tomar buena comida y no meramente comiendo algo que llene.
A cada comida uno disfruta, comiendo pollo, cerdo, pescado o huevos...
delicadezas como sesos de mono, nidos de golondrina, hongos blancos son
servidos a cada uno de acuerdo a sus necesidades...
En segundo lugar, la ropa. Todo lo requerido
está disponible. Ropa de diseños y estilos variados, no una masa de prendas
negras o una masa de trajes azules. En las horas libres, el pueblo vestirá
seda, satén y trajes de lana. Las pieles de zorro se multiplicarán. Cuando
todas las comunas populares críen zorros, habrá abrigos forrados con piel de
zorro...
En tercer lugar, viviendas. Las viviendas
crecerán hasta el estándar de las ciudades modernas. ¿Qué será modernizado? Las
comunas populares. En el norte será provista calefacción central, en el sur
aire acondicionado. Todos vivirán en altos edificios. No es necesario decir que
tendrán energía eléctrica, teléfonos, agua corriente, receptores de radio y
TV...
En quinto lugar, la educación superior para
todos y la educación popularizada. El comunismo significa esto: comida,
vestimenta, habitación, transporte, entretenimiento cultural, institutos
científicos y cultura física. La suma total de esto significa Comunismo.”
Esta fantasía de vida tipo americana fue
repetida aún a campesinos del lejano Tibet donde la gente nunca había visto un
aeroplano u oído hablar de un rascacielos. “Cada uno vivirá en una gran
familia... No tendremos temores acerca de la comida, vestimenta y vivienda ya
que todos usarán las mismas ropas, comerán la misma comida y vivirán en las
mismas casas... prácticamente todo será hecho por máquinas. En realidad llegará
un tiempo en que nuestras comidas serán llevadas por máquinas hasta nuestras
bocas”.
Tales cuentos de hadas de prosperidad repentina habían sido esparcidos tan temprano como en 1956. Un entrevistador, un antiguo periodista de Shaanxi, recordó cuando fue a un mitin de jefes de propaganda en 1956 y oyó a Mao decir que luego de tres años de trabajo duro China tendría tal prosperidad que nadie necesitaría trabajar duramente, o cultivar demasiado, ya que de todo habría en gran abundancia.
Los escritores, también, estaban ocupados pintando imágenes de felicidad. Un personaje en “Episodios de Aldea” de Qin Chaoyang, describía lo que iba a ocurrir:
“El socialismo significa que nuestro distrito montañoso será vestido con árboles, que nuestros perales y melocotoneros cubrirán las montañas. Se alzarán aserraderos en nuestro distrito, y ferrocarriles también, y nuestros árboles serán fumigados con insecticida desde aeroplanos, y tendremos un gran depósito...
¿Podremos cubrir más y más de las montañas de todo el distrito con árboles verdes, y hacer los arroyos más claros cada año? ¿Podremos hacer al suelo más fértil y hacer las caras de la gente de todas las aldeas rebosar de salud?¿Podremos hacer que este distrito montañoso nuestro avance rápidamente al socialismo?¡ Si ustedes me preguntan, les diré que podemos hacerlo!¡Tenemos el corazón, tenemos las manos!¡Puede hacerse!”
Otra novela, “Grandes
cambios en una aldea de montaña”, de Zhou Libo, describe como el secretario
de una liga de juventud de una aldea avizora un futuro con comodidades
modernas:
“Será pronto, no tendremos que esperar por diez años ni siquiera cinco. Entonces usaremos algunos de los fondos cooperativos acumulados para comprar un camión y cuando sus mujeres van al teatro en el pueblo, ustedes pueden montar el camión. Con luz eléctrica, teléfonos, camiones y tractores viviremos más confortablemente que en las ciudades, porque tendremos el hermoso paisaje y el aire fresco. Habrá flores y frutas todo el año, más de la que podremos comer: castañas y piñas chinqua (piñones) por todas las montañas.”
Bastante naturalmente, los campesinos de toda
China comenzaron a preguntar cuándo alcanzarían el comunismo y se les contestó
que pronto, muy pronto. Tal optimismo fantástico estaba basado en la ignorancia
fundamental de Mao acerca de la ciencia moderna. Si bien se había aventurado
superficialmente fuera de China y nunca había estudiado la ciencia occidental,
Mao creía que la ciencia podía convertir sus sueños en realidad. Mientras
estaban en las remotas colinas de Yenán, Mao y sus colegas estudiaron
cuidadosamente los trabajos de propaganda de Moscú que elogiaban los grandes
logros de científicos soviéticos como Pavlov, Lysenko y otros, y se
convencieron de que estos logros eran genuinos.
El marxismo reclama, ante todo, ser una
filosofía “científica”, que aplica los principios de la ciencia a la política y
la sociedad. De igual forma, Mao creía, la ciencia moderna puede transformar
las vidas de aquellos millones de campesinos ignorantes sumidos en el fango de
siglos de superstición feudal. No había tiempo para esperar a convencerlos,
ellos debían ser forzados a introducirse en el siglo XX. Todo lo conectado con
las creencias tradicionales fue destrozado en el Gran Salto Adelante (a pesar
de que muchos observadores tienden a asumir que esto ocurrió más tarde, en la
Revolución Cultural) pero, irónicamente, lo que Mao puso en lugar de esas
creencias fue una seudo-ciencia, una fantasía que no puede ser validada por la
ciencia, o llevada al examen racional,
al igual que las supersticiones campesinas que ridiculizaba el Partido.
Kang Sheng, leal secuaz de Mao, ejemplificaba
este acercamiento casual a los hechos: “Debemos ser como Marx, autorizados
para hablar disparates”, él habló con todos y recorrió el país
conferenciando acerca de la necesidad de añadir imaginación a la ciencia. “¿Qué
es la ciencia?” Preguntó a los maestros en Zhengzhou, provincia de Henan,
en 1958. “La ciencia es simplemente actuar osadamente. No hay nada
misterioso acerca de esto”. En Hefei, provincia de Anhui, continuó con el
mismo tema: “No es nada especial hacer reactores nucleares, ciclotrones o
cohetes. No deben temer por estas cosas: en tanto ustedes actúen osadamente
serán capaces de tener éxito muy rápidamente... Ustedes necesitan tener
espíritu para sentirse superiores a todos, como si no hubiera nadie a vuestra
par... No deben preocuparse acerca de ningún Ministerio de Construcción ni de
ninguna Universidad de Qinghua, sólo actúen temerariamente y todo irá bien.”
En
Shanghai ese año él dijo a los cuadros que: “si para el día nacional del
próximo año, las escuelas de Shanghai son capaces de lanzar un cohete de tercer
grado hasta una altura de 300 kilómetros, ellas obtendrán tres marcas... Un
cohete de tercer grado con un satélite proporcionará cinco marcas. Esto es muy
fácil. ¡Para año nuevo, los habitantes comunes de Shanghai lanzan cohetes, por
lo tanto es seguro que las escuelas pueden lanzar cohetes verdaderos!”
Científicos capacitados tales como el profesor
Qian Xusen, un físico nuclear americano que retornó para ayudar a Mao a
construir la bomba nuclear china, daban credibilidad a este optimismo. Él
escribió artículos y dio conferencias a expertos agrícolas sosteniendo que era
muy realista incrementar las cosechas diez o cien veces. Qian dijo que una pequeña
parcela de tierra podía rendir más de doce toneladas de grano si era utilizada
propiamente solamente un pequeño porcentaje de la energía de la luz solar.
Tal despreocupación por la verdad resultó
chocante aún a los científicos soviéticos visitantes tales como Mijail Klojko.
Él descubrió que los estudiantes de química del primer año en una escuela de
entrenamiento de docentes reescribiendo sus libros de texto de química orgánica
como ellos querían. Por ejemplo, los estudiantes habían decidido que ellos
estudiarían solamente sobre el cobre, porque vivían en la provincia de Yunnan
que es rica en cobre, por tanto no había necesidad de tratar a los otros
metales y elementos. Este acercamiento a la ciencia reflejaba aquel de la Rusia
Soviética cuando Stalin lanzara su primer plan quinquenal. Entonces, el mensaje
de incontables libros y artículos era el mismo: lo imposible podía sólo ser
logrado ignorando las advertencias de tímidos expertos, los “especialistas
burgueses” que vivían en torres de marfil, midiendo pedantemente su camino
hacia delante. Los verdaderos científicos eran los campesinos llenos de
conocimiento intuitivo y conducidos por miembros del Partido llevados por
fervor revolucionario –así era como se lograban los milagros. La novela
soviética “Izbrannoe” (El elegido) de I. Babel, por ejemplo, contiene
una discusión en la cual un notorio experto petrolero es reconvenido por un
joven miembro del Partido quien dice: “No dudamos del conocimiento o buena
voluntad del profesor... pero rechazamos el fetichismo de figuras que nos
retienen en la esclavitud... Rechazamos las tablas de multiplicar como la base
para la política.”
En el Gran Salto
Adelante, mucho de lo mismo ocurrió en China, sólo que en la vida real. El Diario
del Pueblo reportó como los estudiantes de una facultad de ciencia y
matemática mostraban su desdén por la teoría básica poniendo puntos decimales
en el lugar incorrecto mientras otros deliberadamente cometían errores cuando
calculaban raíces cuadradas. Todavía peor, se establecía el mensaje de que la
ciencia era tan simple, que aún los niños podían acceder a ella. Un libro de
propaganda, “Ellos están haciendo Milagros”, describía cómo los niños de
una escuela primaria “desarrollaron entonces nuevas cosechas en su terreno
experimental”, un hecho presentado como algo posible: “¡Esta es una
historia de un libro ciencia ficción! Pero no, mis jóvenes amigos, no lo es. Es
una historia verdadera. No hay magos de cuentos de hadas, ni hechiceros de
barba blanca de la tierra de nunca jamás. Los héroes de nuestra historia son un
grupo de Jóvenes Pioneros estudiando en una escuela primaria de aldea común”.
En 1958, sobre toda China, el Partido creó
miles de nuevos colegios, universidades e institutos de investigación, mientras
los verdaderos científicos eran encarcelados o enviados a realizar trabajo
manual. En su lugar, miles de campesinos no capacitados llevaron adelante la
“investigación científica”. Muchas clases de milagros fueron anunciados pero el
Gran Salto Adelante era ante todo para crear grandes incrementos en producción
de granos y acero. Estos eran los “dos generales” que Mao decía podían
modernizar a China.
Al igual que Stalin vio a un gran incremento en
la producción de acero como la piedra angular de su programa de
industrialización, Mao preveía duplicar o triplicar la disponibilidad de acero
en un año. El país todo, desde los campesinos de remotas aldeas de la meseta
del Tibet hasta los altos funcionarios del Partido en el Zhongnanhai de
Beijing, se convirtieron en fundidores en 1958 y 1959 para crear “acero” en
altos hornos caseros. Cada uno tuvo que cubrir una cuota tomándola de sus
posesiones de metal. La gente recurrió a bicicletas, rieles, elásticos de
camas, bisagras de puertas, ollas y cacerolas y parrillas de cocina. Y para
encender los altos hornos, fueron cortados gran número de árboles. En el campo
la gente trabajó día y noche atizando estos altos hornos. Mientras lo hacían,
pudieron tomar de los almacenes colectivos de alimentos de las comunas tanto
como quisieran para comer. Las masas de metal inutilizable que emergieron se
suponía que iban a ser utilizadas en la mecanización de la agricultura. Había
China producido realmente mucho más acero entonces que el que podía haber sido
usado para hacer los necesarios tractores, arados, trilladoras, motores diesel
y bombas. En tanto los campesinos confiaron en “tu fa” –literalmente
“métodos del corazón”—para mecanizar su trabajo inventando cientos de
artefactos tipo “Robinson Crusoe” hechos de aparejos, cuerdas y engranajes,
todos de madera, no de acero. Las fotografías de propaganda mostraban cintas
transportadoras de madera, trilladoras de madera, máquinas automáticas de
madera aplicadoras de abono –una suerte de carretilla con una caja
encima—vagonetas de madera, máquinas plantadoras de arroz de madera,
cosechadoras de madera, y, en Shandong, un camión entero hecho de madera. Eran
un gran crédito a la considerable ingenuidad del campesino china pero, en fin,
perfectamente inútiles. Ninguno ha sobrevivido en uso. Así, por el derroche y desatino, la campaña de altos hornos caseros no fue
más que un factor menor contribuyente a la inanición que fue el resultado del
Gran Salto Adelante.
Peores, fueron las mal cocidas ideas sobre cómo
producir más cereal, el segundo “general” de Mao, que él insistió que debían
seguir la nación, que condujeron a una declinación sustancial en las
producciones de grano. Muchos chinos creían que sus ideas estaban enraizadas en
el saber campesino tradicional, aunque esto puede explicar su simpatía por un
hijo de campesinos como Mao, de hecho él meramente las adoptó de la Unión
Soviética. Para entender lo que ocurrió en China, por lo tanto, primero debemos
retroceder a los años de Stalin y examinar las teorías de seudo-científicos
tales como Lysenko, Michurin, y Williams.
Por veinticinco años Trofim Denisovitch Lysenko
reinó sobre los científicos agrícolas soviéticos como un dictador. Aquellos que
se le opusieron fueron fusilados o perecieron en campos de trabajo y sus víctimas
no fueron rehabilitadas hasta 1986 cuando llegó al poder Mijail Gorbachov.
Hasta entonces, el retrato de Lysenko estuvo colgado en todas las instituciones
científicas. En la época del culto a la personalidad, las tiendas de arte
vendían bustos y bajorrelieves de él, y las ciudades erigieron estatuas en su
honor. Cuando él daba una conferencia, lo precedía una banda de música y la
gente cantaba canciones en su honor:
“Toca alegremente acordeón,
Con mi novia déjame cantar
De la gloria eterna del Académico Lysenko.”
Lysenko descartó el desarrollo de la ciencia de la genética como “una expresión de la decadencia senil y degradación de la cultura burguesa.” En su lugar, él abogaba por una mezcolanza de sus propias teorías con las de Darwin enturbiadas sobre la evolución y competencia en la naturaleza entre diferentes especies y entre miembros de la misma especie. Su escuela rechazaba las teorías “fascistas” de que las plantas y animales tenían características hereditarias que la cría selectiva podía desarrollar. Los lysenkistas creían que, por el contrario, los factores ambientales determinaban las características de las plantas y animales. Así como los comunistas pensaban que el pueblo podía ser cambiado alterando su medio ambiente, Lysenko sostenía que las plantas adquieren nuevas características cuando su medio ambiente es cambiado y que estos cambios son transmitidos a la generación siguiente. Como señaló un observador, esto era lo mismo que decir que los corderos crecerán sin rabo sólo porque alguien corta el rabo de su madre. Así, Lysenko decía que él podría hacer que los naranjos florecieran en Siberia, o transformarlos en manzanos, no mediante cría selectiva sino siguiendo las ininteligibles enseñanzas de Stalin sobre la evolución. Como señaló el periódico lysenkoista Agrobiologiya: “Las enseñanzas de Stalin sobre que los cambios cuantitativos graduales, ocultos, conducen a rápidos cambios cualitativos permitieron a los biólogos soviéticos descubrir en las plantas la realización de transiciones cualitativas tales que una especie puede ser transformada en otra.”
Lysenko era un campesino semi-analfabeto de Aserbaiján al que Pravda elogió en 1927 como un “científico descalzo” luego que él alegara haber encontrado un modo de hacer crecer guisantes en invierno. Estos guisantes, él decía, podrían volver verdes las montañas del Cáucaso en invierno y resolver el problema del forraje de invierno. Su siguiente, e igualmente espurio, logro vino bajo el nombre de “vernalización” (del latín vernalis, primavera). La mayor parte del trigo ruso es sembrado en invierno pero las semillas a veces son dañadas por el clima severo. El rendimiento es más alto para el trigo de primavera. Así, cuando Lysenko anunció que él podía convertir semillas de trigo de invierno en semillas de primavera, fue comprometido para cultivar las producciones de muchos lugares de la Unión Soviética. Su método era simple: cambiar el medio ambiente de las semillas remojándolas en agua muy fría y ellas mismas podían cambiar.
El segundo verso de la
canción de Lysenko, citada más arriba, también conmemora a otro héroe
soviético, Michurin.
“Él sigue el sendero de Michurin
Con paso firme.
Nos protege de ser engañados
Por los mendelistas-morganistas.”
Si
el monje austríaco Gregorio Mendel y el científico americano Thomas Morgan son
los padres de la genética, entonces I. V. Michurin, un noble empobrecido
convertido en injertador de árboles, es el verdadero fundador del lysenkoismo.
Llegó a la fama a inicios de los años 20 cuando un líder soviético alabó sus creaciones
híbridas, incluyendo un vegetal mitad melón, mitad calabaza, en exposición en
la Primera exposición Agrícola de toda Rusia. Michurin decía haber creado
cientos de árboles frutales híbridos, y como había recibido solamente educación
primaria, fue calificado como un genuino héroe campesino. La nación toda tenía
que seguir sus métodos, a pesar de que él insistía en que la “intuición” era
tan vital para su éxito como sus teorías. Michurin descalificaba a los
verdaderos científicos como “la casta de sacerdotes de la parlanchinería”,
especialmente aquellos que exponían las teorías de Mendel.
A pesar de que Michurin fue más tarde
concluyentemente mostrado como un fraude, fue aclamado durante el primer plan
quinquenal de Stalin como un ejemplo de lo que podía hacerse con la correcta
actitud hacia la ciencia. El osado, ilimitado espíritu de su pensamiento era
evocado en este llamado a las armas publicado en el magazine October:
“Golpea nuestro sueño con puñetes, con demandas, con insistencia, con osadía. Con osadía para dominar y transformar la tierra, naturaleza, frutos. ¿No es osadía introducir las uvas en la tundra? ¡Hazlo!¡Hazlo!¡Hazlo! En los surcos, en los jardines, en las huertas, en las máquinas de las fábricas... ¡Más rápido, más rápido, más rápido, camaradas agrónomos!”
Otro héroe de la escuela de Lysenko era el hijo
de un ingeniero americano, Vasily Williams, que se convirtió en un profesor en
la Academia Agrícola de Moscú. Williams pensaba que la granja capitalista y
comercial de tipo americano basada en la aplicación de fertilizantes químicos
estaba llevando al mundo al borde de una catástrofe. Esto era a inicio de los
años 30 cuando los granjeros americanos de Oklahoma veían a sus campos
convertirse en polvo. Williams creía que la respuesta era rotar los campos como
había hecho los campesinos medievales, cultivando grano sólo cada tres años. El
resto del tiempo los campos serían dejados en barbecho, permitiendo que el
nitrógeno se acumulara en las raíces del trébol y otras hierbas que podían enriquecer
el suelo. Él era objetado por otros expertos, entre ellos Pryanishnikov, que
sostenían la importancia de los fertilizantes minerales y la labranza
superficial, pero Williams los apodaba “los desbaratadores de la
agricultura socialista”. Khrushshev explicó más tarde: “El debate fue
dirimido esencialmente sobre la base de las inversiones de capital. La teoría
de Pryanishnikov de los fertilizantes
minerales hubiera requerido enormes inversiones de capital en orden a construir
plantas de fertilizantes y nueva maquinaria. Estábamos escasos de capital en
esa época y por lo tanto la teoría de Williams era más atractiva. Es por eso
que la teoría de Williams de tierras con hierba vino a reinar suprema.”
Khrushchev era uno de los que sostenían a
Williams, pero él admite en sus memorias que “el hecho es que el sistema de
Williams no funciona. Aún luego de que éste hubo sido implementado
consistentemente a través de toda Ucrania, no hubo mejoras en nuestra
producción agrícola.”
Stalin también se volvió hacia las ideas de Terenty Maltsev, un discípulo de Williams, que recomendaba labrar profundamente a cuatro o cinco pies como una manera de mejorar la textura del suelo y obtener producciones mayores. Los nuevos arados para hacer esto fueron diseñados y manufacturados y Stalin le dio a Maltsev el premio Lenin a la ciencia.
Todas estas ideas ayudaron a transformar a una
rica nación granjera en una acosada por permanentes penurias de comida. En las
cooperativas, los granjeros no podían usar ni los fertilizantes químicos ni el
maíz híbrido que América estaba usando para aumentar un 30 por ciento la
producción. Además, sus campos eran dejados en barbecho la mayor parte del
tiempo, y cuando las cosechas eran sembradas, el trigo “vernalizado” no brotaba;
tampoco las semillas de centeno y trigo resistente a las heladas de Lysenko, ni
las papas cultivadas en verano, ni la caña de azúcar plantada en las cálidas
llanuras de Asia Central. Todas ellas de pudrían. Un año, Lysenko incluso
persuadió al gobierno para enviar un ejército de campesinos a los campos
munidos de tenacillas para remover las anteras de las espigas de cada planta de
trigo porque él creía que sus híbridos debían ser polinizados a mano. Bajo
estandartes que proclamaban “Más cosechas con menos estiércol”, los granjeros
soviéticos también tenían que crear abono artificial mezclando humus con
fertilizantes minerales orgánicos en un barril giratorio. Este método removía
el fosfato y nitrógeno, y cuando la mezcla era diseminada en los campos, era inservible.
Ignorando los repetidos fracasos de Lysenko, la prensa soviética continuó
aclamando sus éxitos sin fin: vacas que producían sólo crema, repollos
transformados en nabos, cebada transformada en avena, y limoneros que florecían
en Siberia.
Los grandes triunfos de Lysenko vinieron luego
de la Segunda Guerra Mundial cuando pergeñó el “Gran Plan Stalin para la
Transformación de la Naturaleza”. Para crear un clima nuevo y más templado en
las vastas tierras de Siberia, Lysenco propuso plantar millones de árboles. Los
campesinos tenían que plantar las semillas y los vástagos juntos uno de otro
porque, de acuerdo a la “ley de la vida de las especies” de Lysenko, los
individuos de las mismas especies no compiten entre sí sino que se ayudan uno a
otro a sobrevivir. Naturalmente todas las plantas murieron pero no antes de que
el compositor Shostakovich hubiera escrito su sinfonía coral, “La canción de
los árboles”, y Bertolt Brech hubiera escrito este poema:
Cambiar la forma y operación de esta tierra
Alegremente modificar la ley de mil años de
antigüedad
Mediante una nueva ley de un año de antigüedad
¡Sueños!¡Dorados!
Dejemos que el hermoso diluvio de cereal crezca más alto.”
En China, Mao fue muy influido por las teorías
de Williams, Lysenko y Michurin. Leyó el libro de Williams sobre el suelo
mientras todavía estaba en Yanan y luego lo citó frecuentemente y también a
Lysenko. Mao, también, quiso que los chinos plantaran las semillas juntas entre
sí, como dijo a sus colegas “acompañadas crecen más fácilmente,
cuando crecen juntas están más confortables”. Prontamente creyó que las
plantas de la misma “clase” nunca podrían competir entre sí por luz o
nutrimento. Mientras los comunistas chinos estaban todavía en Yanan, el principal
lysenkoista chino, Luo Tianyu, propagó las enseñanzas soviéticas: y en el
movimiento de rectificación de 1942, una purga de miembros del Partido, Luo
persiguió entusiastamente a aquellos que creían en la genética.
Luego de la victoria comunista de 1949, Luo fue
puesto a cargo de la nueva Universidad
Agrícola de Beijing y la ciencia de estilo soviético entonces reinó suprema. En
los años 50, tenían que ser seguidos todos los métodos, libros de texto e ideas
soviéticas, mientras los científicos entrenados en occidente eran arrestados o
forzados a renegar públicamente de sus teorías de “eugenesia fascista”. Se
detuvo toda investigación en genética. Los discípulos soviéticos de Lysenko
recorrieron China dando conferencias, y los campesinos chinos estudiaron sus
teorías. China tuvo su propio Michurin, un campesino llamado Shi Yiqian quien
se convirtió en profesor en el Colegio Agrícola de Henan luego de que hizo
crecer uvas en un árbol de kaki y manzanas en un peral. En las escuelas, los
niños tenían un sector Michurin en sus aulas para estudiar cómo crear tales
híbridos. Algunos trataron no solamente de injertar vegetales entre sí sino
también cruzar animales tales como conejos y cerdos.
Las ideas soviéticas
también dominaron otros campos, notoriamente el de la medicina. Quizá la noción
más absurda introducida a los chinos fue el trabajo de Olga Lepeshenskaya,
quien supuestamente probó que las células vivas podían ser creadas de materia
orgánica no-viviente. Nada de esto podía cambiarse, como explicó un antiguo
doctor de Beijing:
“Nos dijeron que los soviéticos habían descubierto e inventado todo, incluso el aeroplano. Tuvimos que cambiar los libros de textos para rebautizar las cosas en honor de Lysenko. Así el síndrome de Harving Cushing –una enfermedad de la glándula adrenalina—se convirtió en el síndrome Lysenko para mostrar que había sido descubierto por él. En tanto la genética no existía, teníamos prohibido hablar de enfermedades hereditarias tales como la anemia falciforme, aún a los estudiantes. Esto significa que durante toda la vida de Mao no hubo una política para evitar que la gente de la misma familia se casara entre sí y trasmitiera sus genes. Como resultado nació una gran cantidad de idiotas.”
La adhesión al lysenkoismo significó que cuando
un virus de la papa se difundió en grandes áreas de China en los 50, no se pudo
hacer nada porque, al igual que en la Unión Soviética, los cambios tenían que
ser atribuidos a factores ambientales. Los científicos chinos que habían
invertido años investigando los parásitos fueron ignorados, y sus trabajos no
fueron publicados hasta 1979. Algunos creen que la producción de papas en la
era de Mao fue la mitad de lo que hubiera sido si la causa del problema se
hubiera identificado correctamente.
El lysenkoismo alcanzó su apogeo durante el
Gran Salto Adelante cuando, en 1958, Mao en persona estableció un plan de ocho
puntos lysenkoista para toda la agricultura china. Cada granjero en cada comuna
del país tenía que seguirlo. Los ocho elementos de esta “constitución”, como
fue llamada, eran:
1.
La
popularización de nuevas producciones y semillas
2.
La
siembra tupida
3.
La
labranza profunda
4.
La
fertilización incrementada
5.
La
innovación en herramientas agrícolas
6.
El
mejoramiento de la gestión agrícola
7.
El
control de las plagas
8.
El
incremento de la irrigación
En 1958, por todo el país, la gente comenzó a
anunciar logros notables tales como los del Michurin chino, Shi Yiqian. En
Guangzhou, niños y maestros cruzaron un zapallo con una papaya y porotos
comunes con porotos de soja. En Henan, produjeron girasoles cruzados con
achicorias. En Beijing, los científicos cruzaron tomates con alverjas, maíz con
arroz, y sorgo con arroz. Una de las más gloriosas adquisiciones fue una cruza
entre una planta de algodón y una de tomate –el resultado: ¡algodón rojo!
En adición a estas rarezas vegetales, la
Agencia Noticiosa Nueva China (Xinhua) también anunció triunfalmente que los
campesinos estaban haciendo crecer plantas súper-grandes –zapallos que pesaban
ya no 13 libras, sino 132, trigo con espigas extra-grandes, y arroz de un peso
excepcional. El máximo trabajador agrícola del país, Yang Guangbo, rompió un
record haciendo crecer arroz con 150 granos por espiga en lugar de 100. Otros
además fueron puestos para la emulación, entre ellos Jiang Shaofang de la
Escuela Normal de Botánica de Yuli en la provincia de Guangxi cuyos logros
fueron descritos en China Youth News:
“Los granos de sorgo son tan grandes como los
de maíz, una espiga completa pesa tanto como una libra, y una planta debe tener
varios marlos de maíz, dando una producción mucho mayor que la del maíz
común...
Los planes actuales de Jiang Shaofang para cruzar e injertar sorgo, maíz y caña de azúcar, van a producir una planta que será las tres juntas –sorgo, maíz y caña de azúcar. Él también esta preparando para plantar el año próximo un arroz de humedad de alta producción que rendirá entre 600 y mil libras por 0,04 acres. El método que él planea utilizar será a) engendrar un trigo de humedad de alta producción y b) aplicar técnicas agrícolas altamente avanzadas.”
Los especimenes de estas plantas milagrosas
aparecían en exhibiciones o en imágenes gigantescas distribuidas en cada
ciudad. Los chinos también alegaban producir animales extraordinarios. El
Ministerio de agricultura alardeaba en 1960 de como los campesinos de la comuna
del Dragón Dorado cerca de Chongqing habían sido los primeros en el mundo en
cruzar una cerda Yorkshire con una vaca Holstein Frisian usando inseminación
artificial. La Agencia de Noticias Xinhua describía como luego de un año la
cría estaba todavía creciendo: algunas de estas curiosas criaturas eran blancas
pero otras eran overas como la Holstein y “en general tenían el hocico más
corto y las patas más fuertes que los cerdos ordinarios.”
Estas fantasías no dejaban de tener
consecuencias en el mundo real. Un entrevistado, condenado como “derechista”,
fue enviado a una granja cerca de Shanghai donde cuidaba el corral de los cerdos.
Los cuadros le ordenaron mantener a los cerdos apareándose prematuramente.
Normalmente, los cerdos no se aparean hasta que tienen un año de edad y un peso
de al menos 160 libras. Se bajaron instrucciones de comenzar el apareamiento
cuando los cerdos pesaran 66 libras y luego cuando los lechones tenían
solamente cuatro meses y pesaban solo 33 libras. Este era también un proyecto
para cruzar cerdos chinos, que producían pequeñas camadas de dos o tres
lechones, con cerdas rusas mucho mayores que tenían más de catorce lechones por
camada. El resultado fue de hecho camadas más grandes pero todos los lechones
murieron porque la cerda no pudo producir leche suficiente para alimentarlos.
Este entrevistado dijo que él trató de salvar los lechones amamantándolos. Los
intentos en Mongolia Interior y Tibet de cruzar ovejas locales con ucranianas
no fueron más exitosos porque las extranjeras, no adaptadas el rudo clima,
murieron en el primer invierno.
Siembra tupida
La confianza de Mao en la siembra de alta densidad condujo a casi todas las comunas de china a iniciar una producción experimental cultivando cereal de esta forma. Estas producciones experimentales comenzaron en 1959 y en varios lugares fueron mantenidas hasta 1980. En algunas provincias, como Guangdong, la siembra tupida fue inicialmente obligatoria en todas las producciones. Una densidad de 1.5 millones de semillas cada 2.5 acres es la norma usualmente en el sur, pero en 1958 se les ordenó a los campesinos plantar 6-7 millones de semillas y al año siguiente 12-15 millones cada 2.5 acres. La misma siembra tupida fue hecha a través de China con trigo, algodón, sorgo, mijo y todas los otros cultivos importantes. Los resultados fueron idénticos –las siembras fracasaron. En tanto la prensa publicaba fotografías mostrando aparentemente a los sembrados creciendo tan densamente que los niños podían sentarse sobre ellos. Un fotógrafo retirado de la agencia Xinhua luego dijo al autor que las fotos eran realizadas poniendo un banco debajo de los niños.
Afortunadamente, en la mayoría de los lugares los campesinos sabían que esa siembra tupida era un sin sentido peligroso y evitaron llevarla adelante en gran escala, de otra forma no hubiera habido comida en toda China. Los funcionarios del Partido sabían esto también. Un entrevistado contó que antes de que Mao visitara el campo experimental Xinhi en los suburbios de Tianjin, en 1958, los cuadros consiguieron plantas de arroz de otros campos y las plantaron a mano una junto a otra. “Estaban tan cerca una de otra que no se podía caminar entre ellas.” Recordó el entrevistado. Cuando Mao se fue, los cuadros removieron y replantaron inmediatamente los retoños. El médico de Mao, Li Zhisui, recuerda como la misma cosa ocurrió en Hubei: “El secretario del Partido Wang Renzhong ordenó a los campesinos remover plantas de arroz de campos lejanos y trasplantarlas a lo largo de la ruta de Mao para dar la impresión de un cultivo terriblemente abundante... Toda China fue un escenario, todo el pueblo actores en una farsa para Mao.”
Labranza Profunda
Mao llevó la idea de labranza profunda a
extremos aún mayores que los de Stalin, en la creencia en que era bueno labrar
profundo, era mejor labrar más profundo todavía. En algunos lugares los surcos
cavados a mano fueron de diez pies de profundidad aunque generalmente fueron de
entre tres y cuatro pies. El trabajo, agotador, fue generalmente hecho por
equipos de campesinos que traspiraban día y noche. En 1958, el Gobernador de la
provincia de Liaoning, Huang Oudong, ordenó que cinco millones de personas con
cientos de miles de animales trabajaran sin detenerse por cuarenta y cinco días
para labrar en profundidad tres millones de hectáreas de tierra. Donde la capa
de tierra era muy delgada, instruyó a los campesinos para transportar tierra desde
campos de otras partes. Todo esto se entendía era para triplicar la producción
en Liaoning. En Heilongjiang, en el lejano norte, donde durante una parte del
año el suelo se hiela sólidamente, los campesinos tuvieron que abrir surcos con
dinamita. En los campos de labor en la alta meseta y montañas de Qinghai, los
presidiarios trataron de ablandar el suelo helado cavando pequeños hoyos y
llenándolos con hierba y paja seca a la que prendían fuego. En los campos
arroceros del sur, las mujeres campesinas se metían a través de los profundos
arrozales con el agua hasta la cintura como resultado de lo cual muchas
contrajeron infecciones. En Anhui, donde la capa de humus es delgada, la
labranza profunda destruyó la fertilidad de los campos por muchos años en adelante.
En algunas regiones, los campos fueron excavados hasta trece pies de
profundidad. De hecho, en la provincia de Guizhou los surcos eran tan profundos
que los campesinos se tenían que atar sogas en torno a la cintura para
prevenirse de caer en ellos. Más tarde, la misma provincia declaró tener la
producción más grande de todo el país, un absurdo de 130.000 jin, o sea
65 toneladas, en 0.17 acres.
Por supuesto, no hubo nunca ninguna prueba real
de que algo de esto fuera efectivo, pero las instituciones agrícolas
desplegaban exhibiciones mostrando cuánto más grandes crecían las plantas de
trigo cuando eran plantadas más profundamente. En febrero de 1959, los
agrónomos de la región de Anguo
enterraron públicamente plantas de trigo para probar que la labranza
profunda funcionaba: “La tierra labrada 5 pulgadas tiene raíces de sólo 13
pulgadas de largo luego de dos meses. La tierra labrada 5 pies tiene raíces de
5 pies de largo y las plantas de trigo cultivadas en una tierra labrada
a 8 pies de profundidad tienen raíces de 7 pies y 8 pulgadas de largo”. La
labranza profunda no fue practicada en todas partes todo el tiempo, pero en
algunos lugares, los campesinos la mantuvieron por tres años o más.
Fertilización Incrementada
La agrobiología lysenkoista prohibía el uso de
fertilizantes químicos de manera que el gobierno chino detuvo la inversión en
plantas químicas y, en cambio, instruyó a los campesinos para usar un nuevo
método para reemplazar los nutrientes perdidos. Los rusos decían que la tierra
cuando es mezclada con estiércol adquirirá las cualidades del estiércol y
recomendaban una razón de 10 por ciento de estiércol y 90 por ciento de tierra.
Así, por toda China, millones de campesinos comenzaron a mezclar toda clase de
tierra y desperdicios con estiércol verdadero y laboriosamente llevaron esto a
sus campos y lo diseminaron. Para facilitar el transporte de montos masivos de
este “fertilizante”, los campesinos construyeron carros que corrían sobre
rieles de madera que iban hasta los campos.
La basura más extraordinaria fue esparcida
sobre los campos como fertilizante. La gente de Guangzhou llevó su basura
hogareña hasta las afueras de la ciudad donde fue enterrada por varias semanas
antes de ser puesta sobre los campos. Los campesinos de cerca de Shanghai arrojaron
de esta manera tantos vidrios rotos que ellos no pudieron caminar descalzos por
los campos. Otros rompieron los pisos de tierra de sus chozas y sus hornos de ladrillos e incluso
derribaron las paredes de sus chozas para usarlas como fertilizante. En todas
partes la gente trató de convertir la tierra ordinaria en estiércol
calentándola y ahumándola por diez días. Un artículo en el Diario del Pueblo
explicaba que, gracias a los comunistas, China no estaría nunca más escasa de
fertilizante:
“Los científicos chinos han dicho que en el pasado, mucha gente sólo consideraba los nutrientes minerales de las plantas, o sea el monto de nitrógeno, fósforo y potasio en el fertilizante y sus proporciones relativas. Ellos dejaban de lado la experiencia de los campesinos chinos que por miles de años usaron fertilizantes orgánicos cuya aplicación en cantidades masivas produce altos rindes. Los agrónomos probaron el año pasado que podían suplir los nutrientes de manera continua y mejorar las propiedades físicas del suelo.”
El Instituto de
Investigación en Hidrobiología también expresó haber inventado “un fertilizante
perpetuo”, descrito como una alga azul-verde que asimila nitrógeno. El China
Pictorial publicó que cuando éste era aplicado en un arrozal “es el
equivalente a un fertilizante nitrogénico permanente”. Los
científicos campesinos tales como He Enyi, “quien no podía reconocer
símbolos químicos, ni entender informes de laboratorio, ni recordar
listas de ingredientes”, también dijeron haber inventado un método para
producir fertilizante de bacterias.
La Innovación en Herramientas Agrícolas
Antes fueron descritas algunas de esas increíbles invenciones tipo “Robinson Crusoe” hechas de madera en lugar de acero. China también experimentó mayores retrasos cuando intentó producir masivamente y usar maquinaria basada en diseños poco prácticos. Un ejemplo fue una plantadora de arroz diseñada para automatizar la delicada y fatigosa tarea de plantar los retoños de arroz, ésta se probó inutilizable porque podía usarse solo con una variedad y plantando a un espacio fijo. Otra fue un arado soviético especial diseñado para labranza profunda. La versión china, el doble de profunda, costaba diez veces más que un arado tradicional pero se probó inutilizable para las parcelas y arrozales de China del sur: 700.000 tuvieron que ser retirado de uso y enviados a las fundiciones nuevamente. En adición, los chinos comenzaron a fabricar tractores soviéticos grandes y pesados y dejaron de lado los tractores pequeños que estaban entonces ayudando a los granjeros japoneses a alcanzar producciones record en sus pequeños lotes. En los 80, estos pequeños tractores fueron producidos en gran número y se les acreditó el transformar el trabajo de los campesinos chinos.
Mejoramiento de la Gestión Agrícola
El mejoramiento de la gestión agrícola se
refería al sistema de rotación de los campos inventado por Williams. Un
comunicado redactado en una reunión de alto nivel en Wuhan, en 1958, sumariaba
sus intenciones: “Debemos tratar de reducir el área dedicada a
cultivos varios a cerca de la tercera parte del porcentaje actual. Parte de la
tierra así liberada puede ser dejada en barbecho o usada para pasturas y
cultivo de hierbas fertilizantes: el resto puede ser usada para reforestación,
reservas y cultivo extensivo de flores, arbustos y árboles para convertir a la
tierra entera con sus llanuras, colinas y lagos en un jardín.”
Aunque la mayoría de las provincias no fueron tan tontas como para sacar de producción dos tercios de sus campos, el eslogan de Mao de “Plantar menos, producir más, cosechar menos” no pudo ser completamente ignorado. La provincia de Henan reportó un corte del 14 por ciento en el área sembrada con grano y Mongolia Interior y Qinghai del 21 por ciento, mientras Shaanxi estableció que estaba reduciendo un tercio su tierra arable para dejarla en barbecho.
Al mismo tiempo, en esfuerzo intensivo puesto en esas áreas que fueron sembradas con grano tuvo a veces resultados desastrosos. En provincias como Hunan que normalmente cultivaba dos cosechas de arroz, los campesinos fueron ordenados de cultivar tres. Los granjeros que tenían tierras pobres fueron ordenados desviarse hacia el cultivo de cosechas que prometían un rendimiento más alto pero agotaban el suelo. Como resultado, en Anhui del norte los campesinos plantaron maíz en el verano, y en Shaanxi tenían que cultivar maíz en lugar de mijo. Desde que el único cultivo que le interesaba a Mao era el cereal, el área dedicada a cultivos industriales fue en algunos lugares reducido. Y en Fujian, donde se cultiva el mejor té de China, los arbustos de té fueron cortados para hacer lugar al cereal.
Control de las Plagas
En interés del control de plagas fue lanzada en
1958 una nueva campaña para exterminar los “cuatro males” –pájaros, ratas,
insectos y moscas. El país entero fue sacado fuera a hacer ruido, batiendo
tambores y cacerolas para evitar que los gorriones se posaran en cualquier
parte hasta que cayeran muertos de agotamiento. La guerra contra los gorriones,
como fue denominada, solo terminó en abril de 1960 y los pájaros fueron
reemplazados en la lista de plagas. Sin los pájaros para dar cuenta de ellos,
los insectos se multiplicaron, causando daños a los cultivos. Los campesinos
trataron de matar a los insectos de noche poniendo grandes lámparas en medio de
los campos de manera que los insectos volaran en torno a ellas hasta caer
muertos. Fue ordenado que cada uno debía llenar una cuota cazando y matando
moscas. Lo mismo debía hacerse con las ratas y ratones de campo. Como los
tibetanos ven el matar un animal viviente como un pecado grave, algunos lamas
encarcelados se suicidaron antes que cumplir sus cuotas diarias. Esta campaña
fue también acompañada por una campaña higiénica intensiva. Aún en el momento
de peor hambruna los hogares de la gente eran todavía inspeccionados para
comprobar su limpieza.
Incremento de la Irrigación
Al mismo tiempo, en cada región de China fue
ordenado construir una reserva de agua mediante un embalse y canales para el
agua. También fueron concebidos una serie de proyectos gigantescos y fue
apresurada la construcción de aquellos entonces en marcha, como el dique
Sanmenixia en el rió Amarillo. Casi sin excepción, los planes de ingeniería de
este período no funcionaron o no se terminaron. Un alto funcionario del
Ministerio de Agricultura, hablando en los 90, simplemente descartó todas las
pequeñas reservas de agua como “completamente inútiles”. La mayoría de
las represas regionales habían colapsado en dos o tres años y la presa del río
Amarillo se llenó rápidamente de limo, volviéndose casi inútil. Aún hoy
funciona escasamente. Unas pocas represas medianas sobrevivieron, solo para
colapsar más tarde con resultados terribles. En el peor desastre de represas de
la historia, los diques Banqiao y Shimantani en el río Zhumadian en la
provincia de Henan se reventaron luego de lluvias torrenciales en agosto de
1975, provocando un torrente de agua que mató a 240.000 personas.
El trabajo puesto en la construcción de estos
diques fue estupendo. Casi todo el trabajo de construcción fue llevado adelante
por gente que trabajaba día y noche, usando las herramientas simples, vestida
con harapos, viviendo en tiendas de harapos y siendo alimentados únicamente
cuando trabajaban. Los trabajadores campesinos fueron organizados en unidades
militares y marchaban al trabajo llevando banderas, con música marcial emitida
por altavoces. En los proyectos más grandes, decenas de miles fueron reclutados
como trabajadores no remunerados.
Para hacer lugar para los embalses, incontable
cantidad de gente fue desalojada de sus aldeas y reasentada forzadamente. En
1958, cuando fue construido el embalse de Xin’anjiang en el norte de la
provincia de Zhejiang, 300.000 personas fueron transferidas en masse, y
de una sola región, Chun An, fueron evacuadas 137.000 personas:
“A lo
largo del camino, muchas de las familias evacuadas tuvieron que comer y dormir
al aire libre o en toscas tiendas. Helados y hambrientos, ellos comieron grano
crudo para aplacar el hambre. La gente colapsaba de debilidad en el costado del
camino, casi todos murieron; las mujeres preñadas tuvieron que dar a luz
durante la jornada. De acuerdo a un viejo cuadro que tomó parte en el trabajo
de relocalización, los campesinos en marcha parecían columnas de refugiados de
época de guerra.”
Inspirado por los gigantescos diques de la
Unión Soviética, tales como el del Dnieper y por proyectos como el del canal
Volga—Mar Blanco, los chinos también planificaron “la construcción más
grande llevada adelante en la historia”. Este fue un proyecto para desviar
el agua excedente del Yangtze hacia el río Amarillo en el norte. El agua sería
llevada a través de un enorme sistema interconectado de canales profundos,
diques, túneles, cañadas y lagos. El trabajo comenzó durante el Gran Salto Adelante
y se calculó que tomaría siete años, a millones de hombres, terminarlo. Tal
como era, la Agencia de Noticias Xinhua reportó que a través de China los
campesinos habían movido más roca y tierra que un solo día que la construcción
del Canal de Panamá en una década entera. “Un total de 6.560 millones de pies cúbicos fueron excavados en la semana
que termino el 12 de diciembre de 1959. Esto es más de 12 veces el monto removido
para la construcción del Canal de Panamá”. El Partido también planeó regar
los desiertos de China occidental y plantar millones de árboles fundiendo los
glaciares de las montañas Tianshan. Las fotografías de propaganda mostraban
incluso a científicos fumigando desde aeroplanos materiales para derretir el
hielo.
En el interior, los diques colapsaron porque
estaban hechos de tierra en lugar de cemento, y fueron diseñados no por
ingenieros sino por campesinos sin capacitación. El Partido tuvo una particular
arrogancia en definir el “aprendizaje libresco”. Un artículo en el China
Pictorial elogiaba a Le Heyun, un ingeniero hidráulico de origen campesino,
como un “valiente innovador” y un “trabajador avanzado”. “En
1959, cuando la construcción del embalse de Huangtan estaba progresando,
él sugirió que la alcantarilla y conducto fueran construidos de materiales
substitutos en lugar de concreto como se había planeado originalmente,
ahorrando de esa manera 7.000 yuans”. Los entrevistados dicen que el
concreto se usaba raramente y esto explica por qué ninguno de los diques duró
más de un año o dos. Sin un embalse que funcionara, los canales y diques de
irrigación se volvieron igualmente inútiles. En años posteriores unos pocos
fueron reconstruidos usando concreto y uno en Sichuan ahora sirve como lago
para navegar y hacer deportes.
Aún cuando había comenzado la hambruna, la
confianza de Mao en sus métodos agrícolas no parece haber sido modificada ni
alumbrada por su fracaso evidente. Por el contrario, en 1964, Mao estableció en
Dazhai en la provincia de Shanxi un modelo de trabajo de su “constitución” de
ocho puntos. Millones de visitantes, tanto domésticos como extranjeros, serán
llevados en torno a Dazhai y se les hablará de las maravillas de sus asombrosos
científicos campesinos, con su bacteria fijadora de nitrógeno, sus espléndidas
nuevas variedades de plantas, diques caseros, y cosas por el estilo. Quizá la
vanidad de Mao los prevenía de comprender el papel de tontos que hacían.
Ciertamente, en 1958 y 1959, Mao parecía inmune
a las dudas, creyendo que él había personalmente presenciado pruebas de que sus
métodos estaban triunfando más allá de sus propias expectativas. Como decía una
canción campesina, el cereal caído del cielo y el paraíso estaban al alcance de
la mano. Por ejemplo, en 1958 visitó Xushui, una de las comunas modelo, a
conveniente distancia de la capital de la provincia de Henan. Mientras era
conducido hacia el centro de la comuna, su automóvil pasaba ante pilas de
vegetales, nabos, repollos y zanahorias traídos desde media milla a la redonda.
Los funcionarios le dijeron que los campesinos habían desechado esos vegetales
porque habían cultivado tantos alimentos que no sabían qué hacer con ellos. En
el cuartel general de la comuna, el secretario del Partido le dijo que estaban
consumiendo cinco comidas diarias gratuitas y que la cosecha de granos de otoño
se había cuadruplicado hasta medio millón de toneladas. Mao fue descrito tan
impactado por esto que empujó hacia atrás su gorra y preguntó: “¿Cómo podrán
consumir toda esta comida?¿Qué van a hacer con el excedente?
El Diario del Pueblo incluso inició un
debate sobre cómo afrontaría China su superproducción de alimentos. Dondequiera
que fuera Mao, los oficiales del
Partido le hablaban de éxitos asombrosos: campos que no producían ya 330 libras
de cereal (la cantidad anterior al Gran Salto Adelante) sino 49.500 e incluso
53.000 libras por cada 0,17 acres. En realidad, no había manera de saber el
monto real de la cosecha desde el momento que la Oficina Estadística del Estado
había sido desmantelada y sus funcionarios locales reemplazados por “estaciones
de emisión de buenas noticias”. Así, la maquinaria de propaganda lanzaba
informes triunfantes uno tras otro. China había sobrepasado a los EE. UU en
producción de trigo y algodón, había superado a Japón en cantidad de producción
de arroz por hectárea, y su rendimiento en algodón superaba al de EE. UU.
Mao no
estaba solo en la creencia en estos sinsentidos. Liu Shaoqi, antiguamente un
partidario del progreso gradual, y su esposa, Wang Guangmei, se aplicaron en
imitar el modelo de la comuna de Xushui. Sus cosechas de 1958 fueron el doble
de las de 1957, Liu afirmó, y urgió a todo el país a “ir derecho hacia
delante y realizar el comunismo. No debemos pensar que el comunismo sólo será
realizado muy lentamente. En tanto trabajemos correctamente, será realidad muy
pronto.”
Deng Xiaoping era igualmente optimista. Él esperaba que la distribución de gran per capita fuera en 1958 de 1.375 libras, sobre la base de la afirmación de un campesino de que usando los métodos agrícolas de Mao había producido 77.000 libras en 0,17 acres en un campo experimental. Deng calculaba que a ese paso la producción en 1959 alcanzaría a 231.000 libras en 0.17 acres y se detendría en 1962 en 2,5 toneladas. “Podemos tener tanto como queramos”, concluía. En Ya’an, en la provincia de Sichuan, donde nació Deng, la gente mostraba cuánta comida tenían para consumir dejando recipientes con alimentos a la vera de los caminos para que cualquier viajero que lo necesitara pudiera consumirlos. Chen Boda, uno de los íntimos de Mao, fue tan lejos como para declarar que había llegado el momento de abolir el dinero, ya que desde ahora no solamente la comida sería gratuita, sino también la ropa, cortes de pelo, y todo lo demás.
Mao sentía que tales logros superaban los de la Unión Soviética que en 1957 había lanzado al espacio su primer satélite. La superación de tales marcas era entonces denominada “lanzando un satélite” o “lanzando un sputnik”. Él también declaró que China estaba logrando tal éxito que estaba dejando atrás a la Unión Soviética en el camino hacia el comunismo. Nadie osaba contradecir directamente estas pretensiones y más tarde todos los principales funcionarios podrían, como Deng, decir que habían sido engañados por los campesinos.
En la
creencia en que China estaba inundada de comida, en el otoño de 1958 todos
fueron animados a comer tanto como quisieran, y gratis. En la provincia de
Jiangsu, el slogan era: “Coma tanto como pueda y supere su marca en la
producción”. En Guangdong, el secretario del Partido, Tao Zhu, urgió a
todos a “comer tres comidas al día”. En la aldea de Zenigu, los
campesinos luego les contaron a antropólogos americanos cómo había sido esto: “Irresponsablemente
todos comían tanto si tenían hambre como si no, y en veinte días habían
terminado casi todo el arroz que tenían, arroz que debía haber durado
seis meses.” En Shanxi, el americano William Hinton oyó la misma cosa: “Si
hay una faceta del Gran Salto Adelante que todos recuerdan, es la de la
comida. ‘Vivíamos bien,’ dice Wei-de. ‘Comíamos un montón de carne. Era
considerado revolucionario comer carne. Si uno no comía carne, no lo era... La
gente incluso competía entre sí para ver quién comía más...’”
Lo que
estaba ocurriendo en China era casi idéntico a lo que había ocurrido en la
Unión Soviética durante el movimiento de colectivización de Stalin. En su
novela de semi-ficción “El Suelo Trastornado”, Sholojov describe una
escena similar: “Ellos comían hasta que no podían comer más. Jóvenes
y viejos sufrían de dolor de estómago. En el momento de la cena, las mesas
crujían bajo la carne cocida y asada. En el momento de la cena todos tenían una
gran cantidad, todos eructaban fuertemente. Todos parpadeaban como lechuzas
como borrachos de tanto comer.”
En China, donde nunca había habido suficiente comida para todos, la gente comía tanto que para el invierno de 1958-59, los graneros estaban vacíos. Algunos secretarios del Partido con cierta visión de futuro salvaron a sus comunidades mediante la plantación de batatas, pero en todas partes la gente confiaba en que, al igual que los habitantes de las ciudades, bajo el comunismo serían provistos por los graneros del estado. Además Mao rehusó aceptar que había escasez y, desde el momento que él estaba convencido de que los campesinos estaban ocultando su grano, rehusó abrir los graneros estatales. Todavía peor, durante tres años a partir de 1958 China duplicó sus exportaciones de granos y cortó sus importaciones de alimentos. Las exportaciones a la Unión Soviética aumentaron en un 50 por ciento y China desvió granos gratis a sus amigos de Corea del Norte, Vietnam del Norte y Albania. Esta generosidad envió a muchos a la muerte en China.
Los chinos están todavía
sufriendo por la consecuencia mayor y de más largo alcance de las ilusiones de
Mao. Convencido de que China había entrado en una era de abundancia sin
precedentes, Mao rechazó cualquier idea de limitar el crecimiento demográfico.
El partidario más prominente del control de la natalidad era Ma Yinchu, rector
de la Universidad de Beijing. En 1958 fue despedido y condenado como
malthusiano. Sólo un año antes él había advertido de las consecuencias si no
eran establecidos límites al crecimiento demográfico. Al igual que con tantas
cosas, Mao siguió una perspectiva leninista ortodoxa. Desde temprano los
comunistas habían creído que la ciencia moderna era la clave para una expansión
ilimitada de los abastecimientos de alimentos. En 1913 Lenín había declarado
que “somos los enemigos implacables de la teoría neo-malthusiana”
que él describía como “reaccionaria” y “cobarde”. Mao
repetidamente atacó las advertencias no solamente de expertos como el profesor
Ma Yinchu sino también de extranjeros como el profesor Lossing Buck y el
secretario de estado norteamericano, Dean Acheson, quien temía que el
crecimiento demográfico de China sobrepasara cualquier incremento en su
abastecimiento de alimentos. A inicios de la década del 60, en tanto China
estaba muriendo de hambre, Mao escribió con todo otra crítica a Acheson
diciendo que: “Entre todas las cosas de la tierra el hombre es la más preciosa.
Bajo el liderazgo del Partido Comunista pueden realizarse milagros mientras
haya hombres. Estamos en contra de la teoría contra-revolucionaria de Acheson.
Creemos que la revolución puede cambiarlo todo. La gran población de China es
una cosa muy buena.”
Mao incluso temía que hubiera una escasez de mano de obra. En diciembre de 1958, a continuación de una reunión de líderes chinos en Wuchang, fue emitido un comunicado diciendo que “se encontrará que el monto de tierras arables no es demasiado pequeño sino demasiado grande y que no es una cuestión de sobrepoblación sino más bien de escasez de mano de obra”. Así, desde el comienzo del Gran Salto Adelante, los campesinos chinos fueron animados a tener tantos hijos como fuera posible porque, como le agradaba recordar a Mao a sus oyentes, “con cada estómago viene otro par de manos”. En una generación, la población de China se duplicará hasta los 1.200 millones.
En el invierno de 1958-59, el pueblo de China comenzó a morir de hambre en gran cantidad, pero deberán pasar otros dos años antes de que el Partido se hiciera cargo del terrible desastre. Dentro de la conducción del Partido, sin embargo, estaba a punto de empezar una lucha en torno a las políticas de Mao.