INFERIORES
"Es difícil ser como mi
hermano"
¿Quién dijo que River se quedó sin Aimar? Pablo se fue para el Valencia, pero Andrés volvió de Río Cuarto y ya se entrena con la Reserva. "Es mi ídolo, pero creo que en la cancha no soy parecido", le dijo al Suple.
FEDERICO ROZENBAUM |
Es de Río
Cuarto. Juega de 10. Lleva las medias bajas y la remera para afuera. Acaricia la
pelota con un estilo particular. Y lleva el mismo apellido. "Andrés
Ricardo Aimar", se presenta, con ese típico acento cordobés que le pone
una música a cada una de las palabras. Así termina de confirmar por qué se
parece a Pablo, su hermano.
Falta un detalle importante, por cierto. Andrés, de 18 años, el tercero de la
dinastía Aimar, juega en River. Desembarcó por segunda vez en Núñez justo
cuando el 10 se fue al Valencia. Así como caprichosamente quiso el destino,
debió irse uno para que regresara el otro. Y, claro, bien podría ser uno de
sus sucesores en esto de conducir a River, de hecho lleva en los genes su
talento.
Una derecha sutil, una gambeta exquisita y un excelente sentido del juego lo
hacen brillar en una de las canchas en las que practica la Reserva, dirigida por
José Pintado. Cuando finaliza el entrenamiento es otro, tímido, muy educado,
que llena de humildad sus frases.
-Pablo dijo que sos un fenómeno y que tenés más habilidad que él.
-Miente. Solamente le gano a los jueguitos electrónicos. Todos sabemos que es
muy difícil ser como mi hermano. Por eso es todavía más complicado jugar
mejor.
-¿Pero tenés algún parecido?
-En la cancha ninguno. Al menos eso es lo que creo. El es mi ídolo y sostener
que uno se parece a su ídolo es de soberbio.
-Al menos juegan en la misma posición.
-Claro, pero de ahí a que sea como Pablo hay un largo camino. El hace cosas
increíbles con la pelota y tiene una gran experiencia. Yo recién estoy
empezando y me falta mucho.
-¿Y fuera de la cancha?
-(Risas)... Ahí sí que me puede parecer. Es más, soy casi igual. No me gusta
hablar mucho y prefiero estar con mis amigos antes que en reuniones a las que va
mucha gente.
Casualidad o no, Andrés hizo el mismo camino que Pablo: el de Estudiantes de Río
Cuarto, de la Selección juvenil y de River. En Estudiantes se inició y volvió
en 1999, a préstamo, para jugar el Torneo Argentino A. En la Selección, integró
el sub 17 durante el 98 y el año pasado hizo de sparring del sub 23, que
integraba su hermano. Y a River, donde llegó con edad de Séptima y estuvo
durante una temporada y media, retornó para el 2001...
-¿Habías vuelto a tu pueblo porque extrañabas?
-Mi objetivo era terminar el secundario. Porque estando en River, me entrenaba a
la mañana y a la tarde no me quedaban muchas ganas de ir al Instituto. Así que
fui con la idea de recibirme para regresar tranquilo a Buenos Aires.
-¿Vas a seguir estudiando?
-Quería empezar veterinaria, pero llegué tarde para la inscripción al
Ciclo Básico Común, entonces voy a hacer un curso de idioma o de computación.
Posiblemente, me anote el próximo cuatrimestre o directamente lo haga el año
que viene.
-¿Y en River cómo estás?
-Bien, acabo de llegar y me metieron en la Reserva. Esa noticia me motivó
mucho. Ahora lo importante es mantenerme. Sé que subir es muy difícil, pero es
para lo que estoy trabajando ahora.
-¿Pero te imaginás jugando en la Primera de River?
-Ojalá... -se ríe-. Pero también me veo estudiando.
Andrés espera que sus compañeros se alejen para mirar tranquilo a la cámara,
porque le da vergüenza. Expone para los flashes su sonrisa amplia -igual que la
del Cai-, su cara de nene y su físico espigado, mientras reconoce su pasión
por River y por Belgrano. Y enseguida sigue hablando y hablando.
-¿Tratás de aprender movimientos de Pablo?
-No lo estudio, cuando veo un partido suyo sólo disfruto, no me dan ganas
de hacer otra cosa.
-¿Y él te da secretos del juego?
-No, cuando estamos en casa siempre hablamos de cualquier cosa menos de fútbol.
No toco el tema porque se pone de mal humor. Es que cuando estoy cerca suyo
prefiero pasarla bien.
-¿Lo vas a extrañar?
-Siempre lo extrañé. Hace casi cinco años que estoy sin Pablo, así que
no va a ser muy diferente. Tal vez cambia por las distancias y el tiempo que no
nos vamos a poder ver es más largo. Pero lamentablemente ya estoy acostumbrado
a esto de estar separado.
-¿Cómo vivís su explosión?
-Me siento orgulloso, pero es él quien la tiene que disfrutar y sufrir, según
la ocasión. A mí sólo me interesa que se sienta bien.
-¿Qué consejo te dio antes de partir a España?
-Me preguntó si estaba convencido de venir y por qué lo hacía. Después
de que le contesté, me dijo que haga lo que quiera. Y que no tenga miedo de
tomar ninguna decisión. Es como mis viejos, siempre me dio la libertad.
Andrés, el de Río Cuarto, el que juega de 10, el de las medias bajas y de la
remera para afuera, le pide a uno de sus compañeros que lo lleve hasta su
departamento. Al llegar, quizá se acostará a dormir una siesta. Tal vez soñará,
por un rato, con ser el sucesor de Pablo Aimar: su hermano, su ídolo.