Santo Tomás de Aquino (1225-1274), el «Doctor Angélico», patrono de la educación católica
Artículo especial: análisis religioso de la Alemania nazi
Por el padre José A. Fortea (Anexo III del libro «Svmma Daemoniaca», publicado por primera vez en 2004)
Se han realizado muchos
estudios acerca de
Hay que dejar claro que para
que el mal tome las riendas de una sociedad ya sin traba alguna, ni
dique que
lo contenga, no es preciso que todos los ciudadanos participen de ese
mal.
Basta con que un cierto tanto por ciento de esos ciudadanos se
envilezcan
totalmente para que se alcance una, digamos, masa crítica
cuya fuerza arroje a
esa sociedad al abismo. Por ejemplo, basta que el 25% de los habitantes
de una
nación sea completamente subyugada por el mal, para que esa
cuarta parte de la
población consiga convencer a otra cuarta parte de que les
apoyen, y contamine
con bastantes de sus ideas a otra cuarta parte. Nunca una sociedad va a
sucumbir al 100%. La parte de los totalmente envenenados por una
doctrina será
siempre muy inferior a la de los parcialmente intoxicados. Y la parte
de los
que callarán será incluso superior. Siempre que
se habla de
Hechas estas matizaciones
creo que la sociedad hitleriana supuso un triunfo mucho mayor del mal
que
De hecho, los campos de
concentración no fueron otra cosa que la
construcción de infiernos en miniatura
donde hombres-demonio destruían al hombre modelado a imagen
de Dios, destruían
la imagen de Dios en el hombre. El que los uniformes de las SS fueran
completamente negros, el que tuvieran una calavera en sus gorras y una
nueva
cruz (que no era la cristiana) en sus brazaletes no son casualidades
para los
creyentes. Los integrantes de las SS, la que iba a ser la
élite de ese Nuevo
Orden, aprendices de asesinos, aprendices de brujos, enemigos feroces
del
cristianismo, estaban bajo las órdenes de ese archidemonio
que era Heinrich
Himmler. Aunque si uno lee las biografías de ambos hombres,
Hitler y Himmler,
claramente se descubre como éste hombre todavía
estaba por debajo de la maldad
de su Führer que ejerció algo parecido a un
verdadero encantamiento, a un
hechizo, que subyugó con los lazos de la mentira a almas de
toda condición.
En los ojos de Hitler se atisban los destellos indudables de una iniquidad como pocas veces se ve. Su boca se transformó en la boca a través de la que hablaba el mal. En las filmaciones se le puede ver acariciando a un niño, sonriendo ante una joven que le entrega un ramo de flores, pero detrás de esa sonrisa se ve un rostro y una mirada en la que reinan la soberbia, el odio, la crueldad, la ira, la mentira, el rechazo de Dios, todos los pecados capitales.
Podemos ver una porción
de
todo eso en un Stalin, en un espantoso Pol-Pot, podemos entrever un
bosquejo
del III
Reich en el
terror de
Ese imperio perfecto del
mal, todo lo "perfecto" que ese imperio puede llegar a ser en este
mundo, tuvo unos protagonistas que conocidos de cerca nos ofrecen
todavía más
información de como el III Reich
fue ante todo y sobre todo una cuestión moral, religiosa,
espiritual.
Peter Padfíeld, en su
magnífica biografía de Himmler, daba comienzo a
su libro de 840 páginas
imaginando al pequeño futuro fundador de las SS haciendo de
monaguillo en un
santuario de Baviera. Y escribía:
«Pensé el
joven Heinrich
Himmler cuando los niños del coro se unieron a la
procesión. Llevaban túnicas
blancas y tenían los ojos muy serios. (...) Cuando era un
joven de diecinueve
años, había escrito en su diario: 'Pase lo
quépase, siempre amaré a Dios, le
rezaré y le obedeceré y defenderé a
Lo cierto es que muy pronto
encontró otra fe opuesta a
El interrogante no hay forma
de evitarlo: ¿qué ha sucedido para que un
niño bueno se transforme en un
demonio? La respuesta está repetida una y otra vez durante
dos mil años en los
libros de espiritualidad y moral de
El 12 de septiembre de 1944,
cuando la guerra ya se veía perdida y los
ejércitos retrocedían, Kersten, el
médico personal del Jefe Supremo de las SS, "le
hizo una petición de
clemencia para un grupo de veintisiete sacerdotes. En el curso de la
discusión, Himmler le confesó el error que
habían cometido los nazis
en atacar a
Que esa pregunta saliera de
la boca justamente de ese jerarca nazi parecía la
ironía más grande que podía
deparar
En 1943, dos semanas
después
de la caída de Stalingrado, el grupo denominado
"¿Quién ha
contado los
muertos, Hitler o Goebels? Con toda seguridad, ninguno de los dos.
(...) El dolor
penetra en las casas de campo, en la madre patria, y no hay nadie que
enjugue
las lágrimas de las madres, pero Hitler miente a aquellos a
quienes ha
arrebatado su tesoro más preciado y a quienes ha conducido a
una muerte sin
ningún sentido.
Todas las palabras que salen de la boca de Hitler son mentiras. Cuando dice "paz" se refiere a la guerra y si de la forma más sacrílega usa el nombre del Todopoderoso, se refiere al poder del mal, al Ángel Caído, a Satán. Su boca es la hedionda puerta del infierno y su poder está envilecido. Ciertamente tenemos que librar una batalla en contra del terror del Estado Nacional Socialista con todos los medios racionales que tengamos a nuestro alcance, pero cualquier que abrigue todavía alguna duda sobre la existencia de los poderes demoníacos ha malinterpretado absolutamente el trasfondo metafísico de esta guerra. Detrás de lo concreto, detrás de las percepciones materiales, detrás de todas las consideraciones expositivas y lógicas se oculta lo irracional, es decir, la batalia contra el demonio, contra los emisarios del anticristo." (4)
Sí, en esa guerra que se
estaba librando en Europa y otras partes del mundo había
muchas luchas menores,
pero la síntesis de todo, el trasfondo de todo, estaba en
esa guerra entre el
bien y el mal, entre los seguidores del Árbol de
El contenido de aquel
panfleto que les valió la muerte tras terribles torturas a
sus autores, dos
hermanos, fue la síntesis más lúcida
de todo lo que estaba pasando en
Centroeuropa. La raíz de todo aquello era de esencia moral,
el resto eran
cuestiones accidentales. Detrás de lo concreto,
detrás de los personajes,
detrás de las razones menores, estaba la lucha entre dos
cosmovisiones: la
visión cristiana o la visión de un mundo sin Dios
ni moral. En medio de esta
lucha no cabían medias tintas, no cabían
neutralidades, una de las dos visiones
del mundo y de la historia prevalecería sobre la otra en el
Viejo Continente.
El silencio sería culpable.
El que una nación
civilizada
y culta como
Somos muy condescendientes
con el mal de la sociedad cuando éste se vuelve
generalizado. No nos damos
cuenta de que cada cesión, cada renuncia a lo que es el
recto camino de
Referencias del
autor:
(1) Peter
Padfíeld, Himmler, pg 3 (Editorial
(2) Peter Padfield, Himmler,
pg 678. Los datos han sido tomados de A. Besgen, Der stille Befehl,
(12.9.1944)
Munich, 1960, pg 35.
(3) Peter
Padfield,
Himmler, pg 642.
(4) Peter
Padfield, Himmler, pg
538 .
Revista
Digital Fides et Ratio - Marzo de 2009