Constantinopla.

  Autor, Téophile Gautier

A pesar de que este es un libro sobre un viaje al imperio otomano, me veo en la obligación de colocarlo en esta sección, primero porque es excelente, y segundo porque creo que interesará a mucha gente saber cómo estaban las cosas en Constantinopla a casi cuatrocientos años de la conquista por Mahomet II.

Es esta en realidad una crónica de viaje, el cual emprende el mismo autor desde París en 1852, y que nos da una visión muy particular de la vida en el imperio otomano en el siglo XIX en medio de la reforma.

Esta visión está marcada por el carácter de periodista culto y erudito del autor, que además era un viajero empedernido y constante, ávido de conocer tierras lejanas y misteriosas.

El libro comienza con el relato del viaje en barco a través del Mediterráneo, con breves comentarios sobre las paradas en Malta y en las islas Griegas, luego un día en Esmirna, para finalmente terminar en Gálata, del otro lado del Cuerno de Oro, porque los occidentales no tenían derecho a residir ni quedarse en Constantinopla.

Contiene interesantísimas reseñas de las costumbres turcas. como asistir a los cafés, comprar en el Gran Bazar, o de cómo pasaban el Ramadán, hay descripciones muy pintorescas sobre los Derviches y su forma de realizar su culto fanático.

El autor hace gala de excelentes conocimientos de este mundo oriental, y como es un curioso empedernido, deambula por las calles de Constantinopla descubriendo permanentemente cosas interesantes, un mundo del cual nosotros apenas nos imaginamos algunas cosas.

Como el léxico del autor es muy rico y contiene numerosas palabras turcas, hay un glosario al final que conviene siempre tener presente, pero recomiendo también consultar permanentemente un diccionario.

Como conclusión: imperdible, aunque pueda resultar un poco denso a veces por las extensas descripciones de edificios, casas, cafés, etc, vale la pena tomarlo muy en serio, porque nos lleva al siglo XIX con una calidad extraordinaria, y además no se deja deslumbrar tan fácilmente, será muy común verlo decepcionado por las cosas que ve y que pensaba que eran de otra manera, y lo hace con una sinceridad que podrá chocarnos, pero que al final se le agradece, porque así cada cual sacará sus propias conclusiones.

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