MANTZIKERT

El año 1071 fue clave en el declive posterior del Imperio Bizantino.

El emperador Romano IV Diógenes, un capacitado noble militar de Capadocia que tenía mucha experiencia en batallas contra el temible pueblo de los pechenegos, decidió entrar en campaña contra los turcos selyúcidas, tribu que hacía continuas incursiones en Anatolia desde su base cerca de Armenia.

Los selyúcidas ya habían conquistado todo el Califato, incuída Bagdad.

Sin embargo eran tropas aún desorganizadas, sin el conocimiento táctico de las tropas bizantinas.

Pero también las tropas bizantinas de los themas tenían sus problemas, pues cada vez era mayor el número de mercenarios contratados (francos, normandos, incluso pechenegos) en detrimento de los soldados romanos, lo que les daba poca cohesión.

Si bien las primeras campañas de Romano fueron pequeños éxitos, al llegar cerca de la localidad armenia de Mantzikert, su ejército se vio rodeado por las tropas turcas comandadas por el excelente general Alp Arslan, y para empeorar la situación, Andrónico Ducas lo traicionó retirando sus tropas de la batalla.

El resultado fue un completo desastre en el campo de batalla, y la captura del emperador en manos de los selyúcidas.

A pesar de ello, los enemigos no se percataron de lo que tenían en sus manos, firmando un tratado sumamente ventajoso para Bizancio, donde casi no habría pérdidas territoriales, y liberando a Romano.

El verdadero desastre fue cometido por la oposición en Constantinopla, comandada por Miguel Psellos, verdadero artífice de la desgracia política de Bizancio.

La oposición destituye a Romano como consecuencia de la derrota, cuando el emperador llega a la capital comienza la guerra civil, es capturado y cegado de tal forma con hierros candentes que muere pocos días después.

Su sucesor, un hombre de Psellos, Miguel VII no era capaz de guiar el destino del Imperio, y además con su nombramiento se les dio una buena excusa a los selyúcidas para considerar rota la paz firmada con Romano y arrasar literalmente toda Asia menor.

Por lo tanto, la batalla de Mantzikert, si bien fue la muestra de cómo el ejército bizantino estaba en estado de debilidad y era propenso a las traiciones por parte de siniestros personajes, no fue tan determinante en el futuro del Imperio como la crisis política que se desató posteriormente de la mano del intrigante Psellos.

La desgracia recién había comenzado para Bizancio.

R.C.

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