La vida medieval de San Erminoldo pertenece a
un tipo muy poco satisfactorio de biografía espiritual. El autor sólo
piensa en glorificar al santo, sin preocuparse mucho por la verdad de los
hechos. Erminoldo, que había llegado al monasterio siendo un niño, pasó
toda su vida en el claustro. Como se distinguiera en Hirschev por la
estricta observancia de las reglas, fue elegido fue abad de Lorsch; pero
una disputa sobre la legitimidad de su elección le obligó a renunciar al
cargo, un año más tarde. En 1114, a petición de San Otón de Bamberga,
fue enviado al monasterio de Prüfening, fundado poco antes, y en él fue
primeramente prior y más tarde abad, a partir de 1117. Los calendarios y
martirologios locales le ponen en la lista de los mártires, pero en
realidad murió a manos de una facción de conspiradores que formaban
parte de su comunidad y se rebelaron contra la severidad de su gobierno,
el 6 de enero de 1121. Uno de los conspiradores le descargó una viga en
la cabeza. Erminoldo se debatió varios días entre la vida y la muerte y
terminó sus días en la fiesta de la Epifanía, a la hora que él mismo
había predicho. Fue famoso tanto por su espíritu de oración, como por
su caridad con los pobres. Se conserva la memoria de numerosos milagro
operados en su tumba.
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Vidas de los Santos, de Butler. Vol. I.
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