9 de enero
SAN PEDRO,(*)
Obispo de Sebaste
(391 P.C.)
San Pedro pertenecía a
una antigua e ilustre familia. El nombre de sus antepasados ha caído en
el olvido, en tanto que los anales de la fe conservan el inmortal recuerdo
de los santos que sus padres dieron a la Iglesia. Tres hijos de esta
familia fueron santos y obispos: San Basilio, San Gregorio de Nissa y San
Pedro de Sebaste. Su hermana mayor, Santa Macrina, fue madre espiritual de
muchos santos y excelentes doctores, y sus padres, San Basilio el Viejo y
Santa Emelia, fueron desterrados a causa de la fe, durante el reinado del
emperador Galerio Maximiano y huyeron al desierto del Ponto. Por último,
la abuela de nuestro santo fue la famosa Santa Macrina, a quien San
Gregorio Taumaturgo instruyó en la fe. Pedro de Sebaste era el más joven
de los diez hijos y perdió a su padre, cuando todavía no daba los
primeros pasos, de modo que su hermana Macrina tuvo que encargarse de su
educación. Macrina se preocupó principalmente de instruirle en la religión,
los estudios profanos interesaban muy poco a quien tenía los ojos fijos
en el cielo. Pedro, que aspiraba a la vida monástica, no vio en ello una
restricción. Su madre había fundado dos monasterios: uno de hombres y
otro de mujeres. Había confiado el primero a la dirección de su hijo
Basilio y el segundo a la de Macrina. Pedro ingresó en el monasterio
dirigido por su hermano, que se hallaba situado en el banco del río Iris.
Cuando San Basilio se vio obligado a dimitir de su cargo, el año 362,
nombró por sucesor a Pedro, quien desempeñó durante muchos años el
cargo de superior con gran prudencia y virtud.
Cuando se desató el hambre en las
provincias del Ponto y de Capadocia, Pedro mostró su gran caridad. La
prudencia humana le habría aconsejado no exagerar sus limosnas a los
pobres, antes de tener asegurado el sustento de sus monjes; pero Pedro había
aprendido en otra escuela la caridad cristiana, y disponía liberalmente
de cuanto poseía el monasterio para ayudar a los menesterosos que acudían
diariamente durante la carestía. Al ser nombrado obispo de Cesárea de
Capadocia, San Basilio ordenó sacerdote a Pedro. Basilio murió el 19 de
enero del año 379, y Macrina en noviembre del mismo año. Eustasio,
obispo de Sebaste de Armenia, que había sido arriano y había perseguido
a San Basilio, parece haber muerto poco después, ya que Pedro fue
nombrado obispo de esa diócesis en 380, para desarraigar la herejía
arriana. El demonio se había apoderado tan a fondo de esa región, que se
necesitaba el celo de un santo para echarle fuera.
San Pedro se cuenta entre los escritores
eclesiásticos, gracias a una carta incluida en los libros de San Gregorio
de Nissa contra Eunomio, por la que se demuestra que, si bien San Pedro se
había consagrado a los estudios eclesiásticos exclusivamente, sus
lecturas y sus dotes naturales de elocuencia no eran inferiores a las de
su incomparable hermano Basilio, ni a las de su colega, San Gregorio
Nazianceno. En 381 Pedro asistió al Concilio Ecuménico de
Constantinopla. No sólo su hermano, San Gregorio de Nissa, sino también
Teodoreto y toda la antigüedad, dan testimonio de su santidad, prudencia
y celo. Su muerte ocurrió hacia el año 391, durante el verano. San
Gregorio de Nissa hace notar que Sebaste le honró con una solemne
celebración (probablemente en el año siguiente al de su muerte), junto
con algunos otros mártires de la misma ciudad. El Martirologio Romano le
conmemora el 9 de enero.
Es extraordinario encontrarse con una
familia de santos. Este prodigio de la gracia se debe principalmente al
ejemplo de Santa Macrina, de la que sus tres hijos aprendieron el espíritu
de abnegación y humildad, que constituye la máxima fundamental del
Evangelio. Por desgracia, tal principio es para muchos simplemente un
objeto de especulación, en vez de ser un alimento del corazón.
Poco es lo que sabemos sobre San Pedro de
Sebaste, fuera de las alusiones que se hallan en la vida de Santa Macrina,
escrita por San Gregorio de Nissa (Migne, PG., vol. XLVI, pp. 960 ss). La
carta que escribió a San Gregorio de Nissa para animarle a completar su
tratado contra Eunomio, se encuentra en PG., vol. XIV, pp. 241 ss. Ver
también Acta Sanctorum, 9 de enero; DCB, vol. IV, pp. 345-346; y
Bardenhewer, Patrology (trad. inglesa), pp. 295-297.
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