9 de enero
SAN ADRIÁN,(*)
Abad de Canterbury
(710 P.C.)
San Adrián había nacido en África. Era abad
de Nérida, cerca de Nápoles, cuando el Papa San Vitaliano, a la muerte
de San Adeodato, arzobispo de Canterbury, le escogió por su ciencia y
virtud para instruir a la nación inglesa, aún joven en la fe. El humilde
siervo de Dios trató de declinar la elección, recomendando a San Teodoro
para el cargo, pero se mostró dispuesto a compartir los trabajos de la
misión. El Papa accedió a sus súplicas y le nombró asistente y
consejero del nuevo obispo, en lo cual San Adriano convino gustosamente.
San Teodoro le nombró abad del monasterio de San Pedro y San
Pablo de Canterbury, que más tarde había de llamarse San Agustín, donde
nuestro santo enseñó el griego, el latín, la ciencia de los Padres y,
sobre todo, la virtud. Bajo Adrián y Teodoro, la influencia de la escuela
monástica de Canterbury se extendió enormemente. San Aldelmo acudió a
ella desde Wessex, Oftforo desde Whitby, y otros estudiantes desde
Irlanda. Era una escuela de Derecho Romano y de Ciencias eclesiásticas.
Beda refiere que los discípulos de San Adrián conocían bastante bien el
griego y hablaban el latín como el inglés. San Adrián ilustró el país
con su doctrina y el ejemplo de su vida, durante treinta y nueve años.
Murió el 9 de enero del ano 710.
Goscelino de Canterbury nos ha dejado una narración muy
interesante del descubrimiento de los restos de San Adrián, que se
hallaban incorruptos y despedían una suave fragancia, (ver Migne, PL.,
vol. CIV, cc. 36-38). Las recientes excavaciones confirman este relato:
ver Archaeologia Cantiana (1917), vol. XXXII, p. 18. La tumba de
San Adrián se hizo famosa por los milagros en ella obrados, según nos
dice Goscelino, citado por Guillermo de Malmesbury y por Cap grave. El
nombre de nuestro santo se encuentra en los calendarios ingleses. Ver Acta
Sanctorum, 9 de enero, que reproduce algunos pasajes de Beda y de
Capgrave; y BHL., n. 558.
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