El
bienaventurado, san Nazario fue español de
nacionalidad. Siendo de edad competente, como echase de
ver el engaño del mundo, determinó dejarlo; y en
efecto lo hizo, tomando el hábito religioso de san
Benito en el monasterio de San Miguel de Cuxán, que
estaba en el antiguo obispado de Elna, que ahora es el
de Perpiñán. Hecho monje, se entregó al estudio de la
perfección de tal manera, que siendo aún novicio,
comenzó a resplandecer con clarísimos rayos de todas
las virtudes. Era el primero en el coro, en su oración
y contemplación derramaba dulces lágrimas y era
visitado por el Señor con soberanos regalos y
consuelos; afligía su cuerpo con ásperas disciplinas y
continuos ayunos, y vivía como ángel revestido de
carne humana. Pero una de las virtudes en que más se señaló
fue su grande caridad con los pobres de Cristo. Porque
teniendo en el monasterio el cargo de hospedar y
alimentar a los que se llegaban a sus puertas, se
mostraba con ellos tan misericordioso y liberal, que no
pocas veces se quitaba de su necesario sustento para
darles de comer. Curaba a los enfermos, vestía a los
desnudos, consolaba a los tristes, y con blandas y
persuasivas exhortaciones les administraba al mismo
tiempo el sustento del alma, despertando los pecadores a
penitencia y encendiendo a todos más y más y en el
temor y amor santo de Dios. Creció la fama de su
santidad y derramóse por todos los pueblos de Cataluña
cuando e1 Señor comenzó a obrar por él grandes
milagros. Fue uno de ellos, que habiéndose prendido
fuego el monasterio con tanta vehemencia, que amenazaba
devorarlo, el santo apagó aquel incendio, con sólo
echar en medio de las llamas su hábito religioso, el
cual se halló después, con grande asombro de todos,
entero y sin la menor lesión del fuego. Hizo este gran
siervo de Dios vida santísima en aquel convento; y
aunque llegó a la cumbre de la perfección, teníase en
ninguna estima a sus propios ojos, y como el último de
sus hermanos, sirviéndoles en los oficios más bajos y
humildes. Finalmente, lleno de méritos y virtudes,
quiso morir tendido en el suelo con profundísima
humildad; y así entregó su bendita alma al Señor en
este día 12 de enero, en el cual se celebra su
festividad en dicho monasterio, donde se conserva su cadáver
sagrado con grande veneración.
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