Aunque miembro de la Congregación de los Siervos de María, este
beato pasó
casi toda su vida y se santificó como sacerdote en una parroquia. Había nacido
en una familia de campesinos en Poggiole, cerca de Pistoia, en 1819. Fue el
segundo de siete hijos y recibió el nombre de Eustasio. Desde niño se distinguió
por su laboriosidad y su deseo de servir, especialmente en la iglesia
parroquial de la que su padre era sacristán. Sin embargo, cuando se confirmó
la vocación de Eustasio a la vida religiosa, a raíz de una peregrinación al
santuario de Nuestra Señora de Bocca, su padre y su madre se opusieron a ello,
pues era el mayor de los hijos varones. Así pues, Eustasio no pudo ingresar en la
congregación de los servitas, sino hasta los dieciocho años, en 1837. Al entrar
en el priorato de la Asunción, en Florencia, Eustasio tomó el nombre de
Antonio María.
Durante sus primeros años de vida religiosa, el hermano Antonio dio
muestras de la franqueza y la tenacidad para vencer las dificultades que habrían de
distinguir toda su vida. La oración y la obediencia eran su primera preocupación,
y enseguida los estudios. Fue ordenado sacerdote en 1843 y, menos
de un año después, fue nombrado vicario de la iglesia de San Andrés, en
Viareggio. 1847, cuando sólo tenía veintiocho años, fue elevado a párroco
de la misma iglesia. En Viareggio puerto de pescar con un astillero, pero sobretodo,
un sitio de veraneo, debía vivir hasta su muerte el P. Antonio.
Los fieles llamaban a su párroco "II curatino", algo así como "nuestro
señor curita" para demostrar, a la vez, su cariño y su respeto por
él. El Beato Antonio parece
haberse adelantado a su tiempo en lo que se refiere a la organización
parroquial, pero jamás perdió de vista que las cosas son sólo medios para un
fin,
y que el fin de la vida es la caridad. Tampoco olvidó que el pastor debe ser
el ejemplo de su rebaño. Antonio era el padre y el siervo de todos; los
enfermos, los ancianos, los pobres; todos los que sufrían en alguna forma acudían
a él, buscando la ayuda que les daba sin reservas. Su olvido de sí mismo se
manifestó sobre todo, durante las epidemias de 1854 y 1866. Uno de los frutos
de la predilección del P. Antonio por los niños, fue la creación de un orfanato
junto al mar, cosa poco común en aquella
época. Gran parte de sus energías y de su
ingenio estuvieron consagradas a la instrucción de los niños.
Acostumbraba decir
que el hogar debe completar la educación, iniciada en la iglesia
y en la escuela. Su celo no se limitaba a su parroquia. Su entusiasmo por la
conversión de los infieles le impulsó a ser, en Italia, uno de los primeros
y más ardientes propagandistas de la obra de la Santa Infancia.
El Beato Antonio Pucci murió el 14 de enero de 1892, a los sententa y tres años
de edad. Su muerte causó eran consternación en Viareggio. Su tumba fue
honrada por Dios con algunas curaciones. La beatificación
del P. Antonio tuvo lugar en 1952.
Ver el decreto de
beatificación en Acta Apostolicae Sedis, vol. XLIV
(1952); y Un apostolo della carita (192), obra
escrita por un Siervo de María.
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