Grafira, de origen italiano y
nacida de padres cristianos, había sido dedicada al servicio de la casa
del emperador Licinio. Este, cuñado de Constantino, quiso expulsar del
palacio a todos los cristianos, pero, seducido por la belleza de Glafira,
le hizo proposiciones deshonestas. Glafira, después de haberlo resistido,
hizo saber esta tentativa a la emperatriz Constancia Augusta. Con la ayuda
de Constancia, Glafira se disfrazó de hombre y pudo salir del palacio.
Fue a ponerse bajo la protección de Basilio, obispo de Amasea del Ponto.
Licinio llegó a saber el
lugar donde se escondía Glafira. Furioso, dio órdenes de que trajeran a
la muchacha y al obispo, su protector, cargados de cadenas. Pero antes de
que esta orden pudiera ser ejecutada, Dios había sacado de este mundo a
su fiel servidora.
El nombre de Glafira figura en el
Martirologio Romanoel 13 de enero.