En más
de una de sus cartas, San Basilio el grande
menciona a la madre de su padre, Macrina, con la
cual parece haberse educado y a cuyo cuidado en
darle una sana instrucción religiosa, atribuye
el santo el hecho de no haberse contaminado
nunca con opiniones heterodoxas, que hubiese
tenido que modificar después. Macrina y su
esposo sufrieron mucho en la persecución de
Galerio y Máximo, hasta el grado de verse
forzados a huir y ocultarse delos perseguidores
en los bosques de Ponto, durante siete años.
Con frecuencia padecieron hambres, y San
Gregorio Nazianceno afirma que, en ocasiones sólo
sobrevivieron comiéndose a las fieras que, por
un milagro de la Providencia, se dejaban cazar dócilmente.
Pasado este peligro estalló una nueva persecución,
en la que los bienes de Macrina y su esposo
fueron confiscados. Según parece, los
cristianos les honraron reconociéndoles
formalmente el título de confesores de la fe.
Macrina sobrevivió a su esposo, pero ignoramos
la fecha exacta de su muerte. El Martirologio
Romano nos dice que Macrina fue discípula de
San Gregorio Taumaturgo; pero lo único que esto
puede significar es que la santa estudió a
fondo sus escritos.