San Dacio vivió en tiempos
muy agitados. Durante la mayor parte de su episcopado, que duró por lo
menos de 530 a 552, tuvo que defender constantemente los intereses
temporales y espirituales de su Iglesia. Para salvar a la ciudad de Milán,
de los godos, se alió con Belisario, quien desgraciadamente no pudo
enviarle refuerzos antes de que la ciudad fuese atacada y saqueada. Es
posible que Dacio haya sido hecho prisionero y libertado después, gracias
a la influencia de su amigo Casiodoro. Expulsado de Milán, el obispo se
refugió en Constantinopla, donde, el año 545 apoyó valientemente al
Papa Vigilio contra Justiniano, en la controversia sobre los "Tres
Capítulos". Parece que Dacio murió en 552, en Constantinopla, de
donde sus restos fueron trasladados más tarde a Milán, su ciudad
episcopal. San Gregorio el Grande cuenta en sus ·Diálogos", la
curiosa historia de una casa en la que el diablo acostumbraba aterrorizar
a los ocupantes, imitando discordantes y horribles rugidos de fieras. San
Dacio entró sin temor en la casa, puso en fuga al demonio y restauró la
paz.