Los
daneses deben en parte la luz de la fe, después de
Dios, al ejemplo y trabajos de los misioneros ingleses.
Enrique nació en Inglaterra y, desde su juventud, se
entregó de todo corazón al servicio de Dios. Cuando
alcanzó la mayoría de edad, se embarcó hacia el norte
de Inglaterra. La islita de Cocket, en la costa de
Nortumbría, próxima a la desembocadura del río del
mismo nombre, había albergado a los anacoretas desde la
época de San Beda, según se desprende de la vida de
San Cutberto. Dicha isla pertenecía al monasterio de
Tynemouth, y en ella llevó San Enrique una vida de
ermitaño. Se alimentaba únicamente de pan y agua una
vez al día, después de la caída del sol. Ganaba el
pan con sus propias manos, trabajando en un pequeño
huerto. Murió en su ermita, el 16 de enero de 1127, y
fue sepultado en la iglesia de los monjes de Tynemouth.
Su
vida, escrita por Capgrave, se encuentra en Acta
Sanctorum, 16 de enero. Cf. también Stanton, Menology,
pp. 22-23. No existen pruebas evidentes de que se le
haya rendido culto público.
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